“ ME DUELES “
Nuestro corazón durante el amor es
muy sensible, es como una fuente de luz y sombras, pero es un órgano vivo que sufre cambios constantes
y continuos. Y que se transforma en
función de lo que vemos, oímos, hacemos y decimos, y todo ello gracias a las
vivencias del día a día.
Y serán nuestras mentes activas
con cierta armonía,
las encargadas de decodificar dicha información, almacenar los recuerdos,
regular emociones, incluso decidir si una conducta es pertinente ante una
situación determinada, o bien, qué estímulos de nuestro entorno son más o menos
relevantes y, por tanto, merecen una mayor o menor atención durante el tiempo
que iluminamos ese amor.
Las modificaciones de nuestra
actividad emocional, siempre resultan incesantes y en función del momento y sus
circunstancias, nuestro sistema límbico, nos puede proporcionar un mejor y
coordinado funcionamiento como pareja, llegando a optimizar nuestros
rendimientos evolutivos como personas amantes.
El nivel de consciencia resulta un
baremo fluctuante y de diverso valor, en la variable del tiempo. En algunos
casos, y aun en condiciones normales, determinadas situaciones, vivencias o estímulos pueden ser procesados
particularmente como dolosos o traumáticos, con independencia del valor inocuo,
que se le quiera otorgar. Sin embargo, llegamos a interpretar también que pueden resultar
estímulos enfermizos que suponen un peligro real en el funcionamiento normal de
nuestro corazón, y sabemos que la información de la que no somos completamente conscientes, por lo
que la fuerza de la reiteración es la responsable de nuestra nueva huella en el
amor.
“Me
he tomado también
tu
taza de café
ya
casi no tengo azúcar
pero
me acorde que a ti te
gusta
amargo, sabe feo,
como
esta soledad
como
este estar deseándote
a todas horas.”
(Jaime
Sabines)