¿Neobipartidismo, es posible un pacto feliz
si no hay intereses comunes?
En
general, la ciudadanía a veces logra aceptar que una relación plena y
verdaderamente confiable con un partido opositor existe, si implica
conversaciones sobre temas que van más allá de la discusión de la vida
cotidiana.
Pero
siempre existe la misma duda que resulta ser su planteamiento dogmático, y si
no están unidos por intereses comunes, ¿Cómo pueden crear una alianza en la que
logren parecer que se entiendan y se acepten?
Sin
embargo, a pesar de la diferencia de intereses y la falta de conversaciones
profundas, nuestra democracia hace considerar publicitando que el bipartidismo es un acto
cercano a la feliz equidad (al menos entre los dos partidos o intereses salientes
representantes), con quien se han pactado masónicamente estar juntos en ese único
sentido de supervivencia desde hace varias legislaturas.
Más
de una vez, surgen las quejas por el silencio de esos dos partidos y, en
respuesta, ellos mismos aún admitiendo que ambos partidos ya no hablan muy a
menudo. Si te preguntas de que se está realmente hablando, en realidad no es
de nada especial, porque así es caer en la trampa de ese mismo estereotipo: “porque
si os parece que no tenemos nada de qué hablar, comenzareis a dudar: ¿Qué partido
está a vuestro lado?, Sin analizar lo que no hacemos”.
Puede que ¿Quizás algo
en la relación se ha vuelto obsoleto?
Pero
al mismo tiempo los dirigentes piensan que se llevan bien con la gente, porque tienen
un amplio círculo “controlado” de conocidos, aunque no tantos admiradores.
Pero
siempre existe un amigo cercano con el que se encuentran, si bien con poca
frecuencia, pero siempre se comunican con facilidad y alegría, como si se hubieran
separado ayer. (Es lo mismo que ocurre en el matrimonio: no tengo una
fuerte necesidad de comunicación continua con mi congénere, y realmente
aprecio el hecho de que no podemos discutir nada más que la vida de nuestros
hijos, sus actividades, su desarrollo y, al mismo tiempo, entendernos sin
palabras).Y esas circunstancias les hace pensar que su trabajo es eficiente, humano y da
buenos resultados.
Y así mismo, los demás nos percatamos
que:
"Que
la felicidad y la comodidad en la democracia se basan en cosas esquivas, a
veces comprensibles solo para los propios ciudadanos."
No
considero que la presencia de intereses comunes sea garantía de una democracia
exitosa, pero sí que su ausencia es un indicador de que "el barco de la
economía se ha estrellado contra la vida cotidiana".
Es
muy cómodo para los representantes estar cerca en las mismas instituciones, y
puedo decir acentuando lo anterior que con confianza la felicidad y la
comodidad de la ciudadanía se basan en cosas esquivas, a menudo sólo comprensibles para las propias personas que no representan la política, y no tienen necesidad de un discurso ideológico.
Lo
principal que considera el pueblo es que pueden estar en armonía con ellos
mismos y esos momentos nos haga sentir bien unos con otros. Y el hecho por
ejemplo de que hablemos tan poco de leyes de memorias o de géneros, todas histéricas, o antológicas, al mismo tiempo nos hace parecer que somos completamente normales, en ese nuevo espacio
de “puticlub identitario” que ha convertido los políticos en este desgobierno.
Si
bien con vox, o voz, existe luz, para no parecer totalitarios se puede decir
que el equilibrio de autonomía y comunidad de cada partido es individual.
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