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sábado, 19 de octubre de 2024

Erradicar la pobreza, la pragmática del nuevo Capitalismo verde … El merengue

 


"Erradicar la pobreza, la pragmática del nuevo Capitalismo verde ",

Analicemos los desafíos globales relacionados con la pobreza, la desigualdad y el cambio climático, basándonos en un informe reciente del Banco Mundial.

El informe destaca que la pobreza afecta actualmente a casi la mitad de la población mundial, definida como vivir con menos de 6,85 dólares al día. En cuanto a la pobreza extrema, el documento señala que alrededor de 700 millones de personas viven con menos de 2,15 dólares diarios, y a pesar de los esfuerzos internacionales, es improbable que el objetivo de erradicarla para 2030 sea alcanzado.

El informe muestra claramente la interrelación entre las diferentes crisis globales: la pobreza, la desigualdad y el cambio climático. Estas problemáticas no pueden abordarse de manera aislada, ya que las soluciones en un área pueden generar retrocesos en otra si no se actúa de forma integral. El informe enfatiza que, para alcanzar el progreso en la erradicación de la pobreza, es imprescindible una mayor cooperación internacional, mayores inversiones en desarrollo y un enfoque coordinado que equilibre los objetivos de crecimiento económico con la protección del medio ambiente.

El documento recalca que la pobreza sigue concentrándose en países de bajos ingresos, especialmente en África subsahariana, donde el crecimiento económico ha sido históricamente bajo y los niveles de inestabilidad son altos. Los desastres climáticos también afectan de manera desproporcionada a las regiones más vulnerables.

El informe propone que el crecimiento económico debe ser más inclusivo y sostenible. Un desarrollo que contemple tanto la creación de empleo como la reducción de emisiones de carbono es clave para enfrentar simultáneamente los problemas de pobreza y medio ambiente. Asimismo, se destacan las sinergias entre políticas para combatir la contaminación, mejorar la educación y la salud, y fomentar el uso de tecnologías respetuosas con el medio ambiente, que podrían ayudar a reducir la pobreza y mejorar la prosperidad.

En cuanto a la desigualdad, el informe subraya que sigue habiendo disparidades importantes en América Latina y África, donde 1.700 millones de personas viven en países con altos niveles de desigualdad. Esta falta de movilidad socioeconómica frena las oportunidades de crecimiento inclusivo.

Para lograr avances sostenibles, el Banco Mundial recomienda una transición hacia una economía verde que no se realice a expensas de las personas más vulnerables, destacando que las inversiones en tecnología y en la reducción de las emisiones deben ser una prioridad en los países desarrollados, mientras que los países en desarrollo deberían centrarse en fortalecer sus infraestructuras y capital humano.

El Banco Mundial sugiere una transición hacia una economía verde que logre un equilibrio entre el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental, sin perjudicar a las personas más vulnerables. La propuesta se basa en la necesidad de enfrentar simultáneamente la pobreza, el cambio climático y la desigualdad, reconociendo que el enfoque debe variar según el nivel de desarrollo de los países.

La prioridad será en los países desarrollados: inversiones en tecnología y reducción de emisiones. Los países desarrollados, al ser responsables de gran parte de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero, tienen el deber de liderar los esfuerzos para mitigar el cambio climático. El Banco Mundial sugiere que estos países deben priorizar las inversiones en tecnologías limpias y renovables, como la energía solar, eólica, y las innovaciones en eficiencia energética. La implementación de estas tecnologías no solo reduce las emisiones de carbono, sino que genera nuevos sectores económicos y empleos verdes, facilitando una transición justa y sostenible.

Las ventajas, serán reducción del impacto climático, ayudando a evitar desastres ambientales que afectan a nivel global; Creación de empleos en el sector tecnológico y energético verde, impulsando la economía; y el posicionamiento de los países desarrollados como líderes en innovación tecnológica y sostenibilidad.

Respecto a la valoración, estas inversiones son cruciales porque atacan el problema desde su origen, es decir, las emisiones de las economías altamente industrializadas. Además, promueven un modelo de crecimiento más sostenible que, en el largo plazo, resulta económicamente beneficioso al evitar los costos asociados a los daños por el cambio climático. Este enfoque evita imponer el costo de la transición a las personas más vulnerables, quienes ya sufren las peores consecuencias del cambio climático.

El enfoque en los países en desarrollo:, buscaran el fortalecimiento de infraestructuras y capital humano. En contraste, los países en desarrollo, que en su mayoría emiten mucho menos carbono per cápita, enfrentan un doble desafío: deben reducir la pobreza mientras construyen resiliencia ante el cambio climático. El Banco Mundial sugiere que estos países deben centrarse en el desarrollo de infraestructuras sostenibles (como sistemas de transporte público ecológico, energía renovable y acceso a agua limpia) y en la mejora del capital humano a través de la educación y la salud. Esto permitirá no solo mejorar las condiciones de vida, sino también crear una base sólida para un crecimiento económico más inclusivo y resistente a crisis futuras.

Las ventajas pueden ser mejorar infraestructuras y el capital humano aumenta la resiliencia económica y social frente a crisis externas (económicas, climáticas o sanitarias).Facilita una mejor adaptación al cambio climático, mediante infraestructuras que protejan a las poblaciones más vulnerables. Inversión en educación y salud, que son esenciales para el desarrollo sostenible y para aumentar la productividad a largo plazo.

Este enfoque tiene un valor estratégico, porque los países en desarrollo necesitan primero fortalecer sus cimientos internos para poder afrontar los desafíos de un crecimiento verde. Sin mejorar la infraestructura básica y el capital humano, la adopción de tecnologías avanzadas o de bajas emisiones podría ser ineficaz o incluso contraproducente. Esto permite que las economías emergentes sigan creciendo sin aumentar significativamente su huella ambiental.

Respecto al carácter ideológico, este planteamiento se enmarca en una ideología del desarrollo sostenible, que busca reconciliar el crecimiento económico con la equidad social y la sostenibilidad ambiental. El Banco Mundial, al hacer esta recomendación, está promoviendo un enfoque pragmático y tecnocrático que trata de armonizar objetivos a menudo contradictorios: crecimiento económico, justicia social y preservación del medio ambiente. Algunos aspectos ideológicos claves son:

Desarrollo inclusivo y sostenible: La propuesta está claramente alineada con la ideología de la justicia social, al enfatizar que las transiciones económicas no deben generar nuevos grupos de excluidos ni agravar la desigualdad. Esto refleja un compromiso con un desarrollo inclusivo, donde la lucha contra la pobreza y la inequidad es un eje fundamental.

Como responsabilidad diferenciada, la idea de que los países desarrollados deben asumir la mayor carga en la reducción de emisiones está en consonancia con los principios del "responsabilidad común pero diferenciada", surgidos en los debates sobre el cambio climático. Según este principio, aunque todos los países deben contribuir a la solución del problema climático, las naciones ricas, que han contribuido más a las emisiones históricas, deben hacer un mayor esfuerzo.

Reordenación del Capitalismo “verde”, así la idea de que los avances tecnológicos y las inversiones en sectores verdes pueden impulsar el crecimiento económico sin dañar el medio ambiente refleja un enfoque de capitalismo verde. Como por ejemplo las aspas de los molinos de viento que matan y destruyen la aves y sus rutas, y a todo ello manifestar que existen molinos de viento sin aspas, pero no parece que les interesen tanto. En lugar de rechazar el crecimiento o el sistema capitalista, esta ideología busca adaptarlo a las nuevas realidades ecológicas. La tecnología es vista como una solución que puede generar un "win-win", al crear empleos y reducir las emisiones.

El Pragmatismo institucional, donde el Banco Mundial adopta un enfoque pragmático e institucionalista, que se centra en soluciones técnicas y económicas a los problemas globales. No aboga por cambios radicales al sistema, sino por ajustes dentro del marco existente. La recomendación de fortalecer infraestructuras y capital humano en países en desarrollo es una manifestación de este pragmatismo, priorizando soluciones que sean factibles y aplicables en contextos con recursos limitados.

Las recomendaciones del Banco Mundial están alineadas con una visión de desarrollo que reconoce la complejidad de las interacciones entre pobreza, desigualdad y cambio climático. La propuesta de una transición hacia una economía verde, con un enfoque diferenciado entre países desarrollados y en desarrollo, es tanto una estrategia para reducir la pobreza como una respuesta a los retos del siglo XXI. Las ventajas de esta aproximación residen en su potencial para generar crecimiento económico sostenible sin agravar las condiciones de vulnerabilidad existentes, aunque su éxito dependerá de la cooperación internacional y la implementación eficaz de políticas a largo plazo.

En resumen, la erradicación de la pobreza, según el Banco Mundial, mucha paciencia ya que requerirá un enfoque multidimensional y colaborativo, que considere no solo el crecimiento económico, sino también las implicaciones ambientales y sociales.


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