EDIFICACION y ARQUITECTURA,
disciplinas antagónicas.
Hemos de intentar evaluar que la belleza y la educación, aunque resultan dos cualidades
intrínsecamente diferentes, mantienen cierto carácter sustitutorio e incluso en
algún momento pueden ostentar la idéntica magia llegando a converger en el
género humano, percibiéndose a priori como el propio reflejo en un espejo.
Como una epidemia, determinadas y acomplejadas
culturas ejercen en los humanos el vago histórico apostolado de banalizar con algunos
criterios y entre ellos reside el de determinar exaltando y clasificando la
belleza, que en definitiva es una peregrina y simple idea de proceder con el
canon, para poder dar a entender al resto de apócrifos, que el mero hecho de
este proceder, les procura mantener la representación y el esfumado del control de la materia en el tiempo (aunque
no exista esencia alguna de elaboración), no obstante y paralelamente por desconocimiento,
se ignoran u ocultan otros muchos aspectos más funcionales e interesantes, que
serían más sólidos, apreciados así como determinantes en su divulgación. Sólo
es cuestión de llegar a querer entender que en el conocimiento, al igual que en
la belleza, los aspectos externos, las formas y los cánones resultan siempre afortunada
e históricamente pasajes efímeros y temporales en su proceso de clonación.
Del análisis de la funcionalidad, solemos extraer con
un carácter positivo la belleza, y todos bien antes o después, con cierta
síntesis podremos llegar a poder reconocer esto, aunque el querer saber valorar
la conveniencia sea una función más indeterminada y a su vez compleja, que
siempre esta en función de su objetivo e indistinta finalidad.
La esencia natural de la belleza, es que esta resulta
gentil y por lo tanto nunca será determinante ni única. Para conseguir
percibirla no se precisa que necesariamente sea glamurosa, si acaso de intentar
caer en tentaciones debería ser egoístamente humilde.
Y cuando confluyen diferentes o determinados aspectos sociales
del conocimiento en el determinismo de la belleza, nace con temporalidad un
lenguaje que comunica esa entelequia humana y es cuando realmente nos vemos
obligados a reconocer tendencias de
vanguardia o los denominados ismos
contemporáneos.
Han pasado muchos años y civilizaciones, y sin embargo
intentar hacer creernos que arquitectura y edificación son dogmas idénticos,
resulta cansino cuando existe la misma promulgación simbólica y social que en
la época de los faraones del antiguo Egipto, mantener justificativamente una
economía tendenciosa y equivocada con el arquetipo urbanístico (o social) de seña-arquitectura
que conviva con el aislamiento, constricción y la singularidad de miles de
edificaciones todo ello bajo unas directrices ostentosamente territoriales, para intentar mantener
generacionalmente el sistema de diferenciación privilegiada y piramidal como base
de las concesiones económicamente sociales y de convivencia.
La cualidad natural orgánica en la educación al igual
que la virtud de la edificación, es mantener una constante integridad, que sea
sobreviviente en la mutación del tiempo, agrupando y uniendo técnicas con
necesidades, llegando a resultar la llave maestra de cualquier cerradura, y sin
embargo la singularidad cualitativa de la belleza, es como la dádiva de la arquitectura,
un soportable capricho en el tiempo.
…. He escrito este… No para cantar las alabanzas de
los dioses… porque estoy cansado de los dioses. No para alabar a los faraones,
porque estoy cansado de sus actos. Escribo para mí sólo …..