REFERENCIA APICE

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domingo, 28 de diciembre de 2014

Eco, armonía con sonido





Normalmente los fenómenos del sonido, que comprenden las ciencias acústicas, se clasifican por igual a nuestra percepción, es decir, por una acción externa capaz de excitar en nosotros la sensación auditiva, y caracterizándose la propia sensibilidad del órgano del oído, como la que definirá la existencia de un movimiento.

Increíblemente la transmisión de las vibraciones que constituyen el sonido, resultaran claramente distintas del movimiento progresivo del propio aire, al igual que ocurre en la progresión de una ola en la superficie del agua, que será diferente a la dirección de la propia corriente.

Lo único consistente, en ambos movimientos de transmisión, es su movimiento de propagación ondulatorio con series alternadas, que tan solamente, con el encuentro de una membrana, lograrían transmitir la consciencia de este sonido.



Existen dos clases de naturaleza de sonidos, los tonos musicales como elementos simples y los ruidos, aunque a estos, les pueden corresponder géneros de sensaciones diferentes, y así todo, ambos se pueden combinar y proveer de una sensación acústica.

Con naturalidad deberemos buscar una base física para hacer posible los efectos de armonía y disonancia y así conseguir un efecto fisiológico saludable, que convine la causa externa visual, con una ausencia matemática que engendrara la intensidad, el grado de elevación y la calidad del tono.

De esta manera buscando con exactitud los puntos nodales, para que incidan las vibraciones simpáticas  y cuidando el efecto de la resonancia, será sencillo comprender la producción de sonidos sin perturbación mutua, y que serán el eco de una consonancia.

El significado cualitativo de los fenómenos, para medir sensaciones, serán propios a su intrínseca forma, porque el timbre de los sonidos solo en ella influye, resultando la diferencia absolutamente inexplicable de otra manera




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