Los parias
Los delincuentes de las sectas, durante mucho tiempo con una indebida
justificación, y una total falta de respeto, promocionaron sus escraches, con
risas y alboroto, que denominaban con las musicales palabras de “jarabe de palo”,
sin embargo desconocían, su peligrosidad ya que podía existir una reciprocidad
de respuesta, al balancearse en la moralidad, dado que esta no existe sin el
conocimiento de la ley, sin la propia promulgación, aún siendo condición
necesaria, y requisito indiscutible para obligarnos, para cumplir y ajustar
nuestros actos a ella, porque es sabido de ahí que donde no hay delito, no hay
infracción, ni observancia.
Luego las acciones todas incluidas las recientes de Sanlúcar, aunque causen
sonrisa al 90 de los ciudadanos, se presentan con el carácter de indiferentes por
no existir esa norma, ese principio al cual arreglamos nuestra conducta.
Desconocían la existencia de la causa en el medio de lo mudable y
transitorio del tiempo, y a hora, para muchas personas, en el fondo de la conciencia
humana aparece como viva, con caracteres indelebles, y como un código inmutable
que reprueba el extremismo, el crimen contra la propiedad, donde solo se premia la virtud, abomina el
vicio y las malas costumbres, recompensando el mérito y reprimiendo a personas
que no son deseadas, por su excentricidad marginal, con ese evidente castigo
social.
Ahora la niebla invade vuestro juicio, (verdad Monedero) entre la bondad o la malicia de
ciertos actos, y esta ya corrompido, porque vivís con suficientes recursos
monetarios;
Ahora para saber si podéis discernir entre lo bueno y lo malo, solo
os resta esa inteligencia del animal, la directa, no la del hombre, sino
aquella que refleja el ser dominado por la impresión más fuerte y por el objeto
que mas vivamente le afecta, la peor maldición, donde ya no podéis convivir con
todo el resto de los españoles, como parias os señalan, por vuestro
comportamiento sin clase.
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