Desde el primer día y durante los primeros
meses de nuestras emotivas relaciones, indiscutiblemente se determinan la
gestión de nuestros procesos mentales, en conformidad a nuestros gustos,
razonamientos, incidencia en la toma de decisiones, definición del lenguaje y
empatía con la pareja. Sin percatarnos se efectúan internamente muchísimas
conexiones neuronales, cuyo objetivo es prepararnos para el comportamiento
futuro con esa persona y el entorno que nos rodea y que de manera preconsciente
recordaremos.
Si no hemos fomentado la existencia de un
dialogo en el que se pueda hablar y discutir razonadamente y con argumentos
sobre cualquier tema, manteniéndose el buen sentido del humor, como respuesta
creativa, nos resultara imposible mantener cualquier tipo de motivación y
evidentemente no lo podremos soportar.
Con el paso del tiempo, y dependiendo de
nuestro rango de complicidad emocional conseguido, podremos despertarnos y
vivir en un entorno donde se respire conflictividad, generándose ambientes
impulsivos, dado que para conseguir adaptarse a las amenazas provenientes de
los conflictos solemos responder con rapidez. Estos ambientes degeneran en
estresantes, existiendo una continua dificultad para una toma de decisiones
comunes, dado que la carencia de un ambiente con relativa estabilidad nunca
lograremos ser reflexivos y creativos.
La única manera de mantener viva nuestra
plasticidad en los fines existente en la pareja, es adaptando determinados
criterios de comportamientos como propios, y para lo cual conlleva ese
determinado entrenamiento, como lo exige la práctica de cualquier deporte, o el
aprendizaje de un idioma, intentando conseguir no tener necesidad de provocar
un sobreesfuerzo emocional.
Con lo cual deberíamos enfrentarnos en todo
momento con positividad, dado que cualquier oportunidad siempre brinda un
aprendizaje, deberemos mantener involuta nuestra honestidad, haciendo honor a
la verdad, consiguiendo una comunicación evitaremos los problemas, si nos
alienamos a una meta conjunta, inspiraremos la suficiente pasión común, que
ayudara a diversificar nuestros comportamientos para evitar rutinas haciéndonos
valorar y acreditar una mayor confianza en nosotros mismos, consiguiendo mayor
motivación y apreciación, nuestras preferencias serán simplemente justificadas,
nuestros hábitos resultaran saludables y seremos los mentores de nuestra común
felicidad.
Ella lo amaba a él,
el ama a otra,
y la otra ama a otro.
Entonces,
lo que parece ser
una hermosa cadena de amor,
es en realidad
una verdadera catástrofe
(Eduardo Bergara Leumann)