Adultos
jóvenes.
A veces tenemos la impresión de sentirnos
como vacíos, es como poseer una carencia de algo, sin motivo o sin causa
alguna, pero ese tipo de sensación interna que se nos manifiesta de manera tímida,
en nuestro interior puede llegar a crecer y observaremos que se hace cada vez
más fuerte y viral.
Estos hechos pueden procurarnos un importante
deseo por comprender nuestra vida y el origen de ese vacío o de esa expectativa
frustrada; y esto es natural, porque sabemos que cuando la realidad temporal modifica
nuestro futuro y esperanzas, aparecen estas alarmas o esas primeras arrugas que
suelen ser una de las circunstancias y señales de las que más aversión tiene el
género humano.
Los valores sociales de felicidad y
revolución silenciosa que poseemos, aún están íntimamente ligados, y no suelen
surgir por observar comparativas de bienestar, pobreza o desigualdad, sino más
bien, por asumir íntimamente esperanzas o bien las expectativas personales frustradas,
no solemos sentir la misma felicidad por conseguir algo como por no perderlo.
A veces la comprensión y la compasión de
nuestros corazones resulta pequeña y limitada, y estos motivos se preestablecen
dado que tardamos en entendernos y también porque en otras muchas ocasiones no
aceptamos ni toleramos las deficiencias ajenas que tienden a acercarnos al
sufrimiento y nos confiere una profunda insatisfacción.
Así que, casi nunca nos percatamos que
también podríamos llegar a modificar nuestras perspectivas y conseguir expandir
nuestros corazones, manteniendo las capacidades de recibir, aceptar y
transformar estos valores. Dado que fomentar el entendimiento es otra manera de
romper la estrechez de nuestras fijaciones y de llegar a conocer la verdadera
expectativa del amor.
Asumiendo las actividades del mundo
digitalizado, como son nuestra correspondencia, e- mail, chats,… redes
sociales, que procuran hacernos disfrutar o vivir con la inmediatez en las
comunicaciones e informaciones, con sus características de prontitud y
reiteración, las expectativas de nuestros valores, puede parecer que se diluyan
permaneciendo incumplidos, dada la transformación en el entendimiento del
concepto de la felicidad y amor en el mundo, que tiende a desfigurarse, sin el
correspondiente apoyo emocional tangible, observando que solo funciona
consumiendo un continuo deseo de querer encontrar algo, pero no sabiendo el que
buscar; aunque siempre en nuestro interior subyace el profundo y continuo deseo
de esperar que algo mejor suceda.
< Ella me daba la mano y no hacía falta
más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que
acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era
amor. >
(Mario Benedetti * La Tregua.)
<
Él me hablaba de amor y no precisaba de más. Era suficiente razón y atención
que me procuraba. Antes de intentar entenderlo, de escucharlo, antes de
creerlo, él depositaba toda su confianza en mí y eso era lo humano. >
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