Jerarquías de desigualdad
¿Qué es lo real y que
es lo ilusorio, que es lo que pasa y que es lo que queda? ¿Qué es lo que
alecciona el entendimiento y que es lo que lo extravía?
Es un hecho indudable ,que la aplicación de la ciencia, junto con la
tecnología, que puede llegar a la afirmación de un orden moral, como condición de
armonía y progreso, sin embargo, no posee virtud bastante para persuadir y mover las almas a
la práctica del bien.
Nuestros sentidos perciben y limitan nuestros pobres razonamientos, y de
estas enseñanzas, tal como deduce Nietzsche, con su Ley del egoísmo y de la
fuerza, llegando a la negación de toda moral.
La resignación, el sacrificio de nuestro bienestar y de nuestra vida, en
aras del bien ajeno, la abnegación de cualquiera de sus grados, donde la ciencia
humana, solo es fructífera, cuando se concreta el estudio de la realidad adecuada,
a nuestros medios aprehensivos.
La realidad de nuestra limitación, de nuestra imperfección, de nuestra
impotencia para conseguir la felicidad en la vida se impone rápidamente, y nos
vemos en la alternativa de renunciar para siempre a esa armonía a que nos
destina la propia naturaleza, y de que son expresión nuestras aspiraciones, nuestros
sentimientos, nuestros ideales, o esperar y creer en la acción para nosotros
misteriosa, pero no contraria a nuestra razón, de un orden providencial.
¡He ahí la paradoja! A mi juicio por eso existe la fe.
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