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En un reciente artículo The Washington Post , convenía la cuestión, de encontrar tu propia pasión, en un estudio que se centraba en personas de mentalidad de inteligencia "fija", frente al "crecimiento" , en la creencia que la inteligencia puede cultivarse, con tiempo y esfuerzo, frente a intereses estáticos.
Diderot, expresaba que un hombre sin pasión era como un instrumento sin cuerdas, resultando que la propia pasión , nos puede dar indistintamente un carácter de bondad o maldad, en la vida, y de aquí puede depender la condición intelectual y moral del hombre.
La sociedad, le puede caber murmurar, y los moralistas, la teología y los tribunales imponer pena, considerándose competentes, para conocer determinado estado.
Y a pesar de las dificultades del conocimiento de la verdad, se falla siempre con seguridad inmensa sobre la condición del ser inteligente, sin acordarse de que casi es imposible marcar la línea divisoria entre el que tiene y el que carece de razón, entre el que obra con libre voluntad y el que con ella es arrastrado a la realización de un hecho.
Aristóteles escribió de las virtudes y de los vicios, Séneca de la ira, y junto con Descartes son los que han estudiado las pasiones como medio de moralizar al hombre.
Sin pasiones no es posible el bienestar ni la felicidad, entendiendo que siempre han de estar equilibradas, y dentro de los justos límites, como decía Rousseau, todas son buenas : cuando no, malas.
Cualquier intervención que contraríe la idea de conservación de si mismo, o de la satisfacción de las necesidades del alma, producirán una pasión deprimente, sensación desagradable, torpeza o detención de movimientos. Al contrario cuando el sentimiento se encuentre favorecido, la pasión resultará agradable, excitando el sentimiento y el movimiento.
Luego la pasión puede despertar un placer determinado junto con el deseo de satisfacción, o pasiones que representan contrariedad, que provocan dolor.
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