Aunque si bien es cierto los hombres de ciencia, se sitúan como enemigos de la imaginación, dado que solo se estiman si son considerados como sensatos, pensadores y positivos.
Tambien hemos de expresar que la verdadera imaginación siempre posee un sentido moral exquisito, y que proviene de grandes impulsos de inteligencia. Y el stand siempre camina de lo que es, hacia lo que debe ser.
En realidad la imaginación es el sentido íntimo de la verdad.
Lo importante es la imaginación, y lo secundario es el oficio de la razón y de la experiencia, que ordenarán, probaran y metidizaran preparando el precioso y aquilasado peso y valor.
Cualquier actividad de vitalidad intelectual dependerá esencialmente de la imaginación, de ese fuego sagrado que propone un impulso vigoroso a la ciencia, sin necesidad de conformarse como poseedor de un talento lógico.
Si uno tiene el poder de inventar, también tiene el de fecundar con paciencia, disponer con sabiduría y coordinar con habilidad, es una inducción de la scala intellectus , dónde es preciso que se unan dos verdades para producir una tercera.
Así que orgullosamente desacretidados, huiremos de las elevadas regiones de la inteligencia, para sepultarnos en la materia, que nos ofrecerá un influjo en los detalles que son producto de nuestro tranquilo trabajo.
Las cosas obedecen al alma, arrebatado en éxtasis
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