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martes, 17 de octubre de 2023

Amores sólidos ante sociedades líquidas . ..... Hola, mi amor

 


                                               Amores sólidos ante sociedades líquidas

La sociedad puede ser líquida, pero los amores tienen que ser sólidos. Para poder moverte en una sociedad fluida necesitas tener certezas que te permitan no ser arrastrado por la corriente, pero la buena convivencia no es innata.

El principio de convivir arrastra dos definiciones,  la primera de ellas describe la acción como "vivir en compañía de otro u otros". La segunda, que transige con una mayor abstracción del concepto, afirma que consiste en "coexistir en armonía".

Hemos de tener en cuenta que el cerebro está diseñado de tal manera que recuerda mejor los eventos y comentarios negativos. Si acaso para revertir esta situación estiman que se necesitan cinco frases o eventos positivos para anular el efecto de uno negativo.

Algunos consejos en psicología emocional recomiendan a las parejas decir en voz alta elogios y reconocimientos, donde no sólo complaces a tu pareja, sino que también te ayudas a mantener una actitud positiva.

Normalmente se aprende por imitación y en función de la educación aprendida. Donde depende, también, de los rasgos culturales de cada sociedad.

No obstante, los principios universales de la ética, accesibles mediante el esfuerzo reflexivo, permiten trazar una serie de principios y conductas generales que facilitan la convivencia entre las personas, sean cuales sean las diferencias étnicas.

Es por ello que, a día de hoy, al igual que la comunicación es la clave de una relación sana, indistintamente a lo que se enuncie en las redes de las emociones, que propician expandir ideas que propician una epidemia generacional de victimismo y narcisismo.

Aunque las ideas no son omnipotentes, ni muchos menos, sino el germen a partir del cual iniciar un proyecto que resultar satisfactorio tras confrontar miedos, dificultades y muchos otros obstáculos que nos permitan ser las personas que, en nuestro fuero interno, deseamos ser.

Porque en la construcción de la identidad trata de realizarse por vía del mero deseo, de una voluntad mental: "Yo soy quien deseo ser, aquel o aquella que me represento ser". Este es el último límite de la "omnipotencia de las ideas", de la que hablaba Freud. Para conquistar no basta con ver, ser victorioso exige un trabajo prolongado y una lucha denodada con la realidad material; no basta imaginar las cosas para que estas se hagan realidad.

Siempre necesitamos un principio no-emocional que nos equilibre las emociones. Es posible percibir esto cuando te encuentras a personas que decimos que son "equilibradas" o "desequilibradas". Las personas desequilibradas, a día de hoy cada vez más habituales, son caprichosas, frágiles y carecen de un principio no-emocional que las oriente. Yo sigo pensando que la ética aristotélica sigue siendo válida: la idea de que la virtud está en el equilibrio o en el término medio sigue siendo verdad. 

Recibir críticas poco halagadoras no es fácil, por decirlo suavemente. En respuesta, nos ofendemos, nos enojamos, sufrimos, perdemos la confianza en nosotros mismos o ignoramos la valoración de otra persona. 

Ninguna cohesión en una pareja puede sostenerse en la desconfianza o en la impronta del poder disuasorio con un control mediante un contacto cero, la imposición es ficticia, pues los preceptos obran a posteriori, nunca apriorísticamente, es decir, cuando se ha producido el delito o el acto intolerable.

Lo importante sería saber estar para saber vivir y convivir, este proceso conlleva otra práctica que hoy en día se consideraría exótica en su presencia: la resignación. Aprender a resignarnos es clave para tejer buenas amistades y relaciones de pareja duraderas.

También para poder soportar el día a día en los grupos reducidos en los que nos movemos. Como cada quien tiene una forma de ser aparecerán igualmente defectos y maneras de enfrentar problemas y desafíos con los que no estaremos de acuerdo.

Sin embargo, estos modos de hacer las cosas, mientras sean éticos y logren una finalidad correcta, serán válidos. Intentar no cambiar a los demás y no ejercer liderazgos abusivos, que persigan coartar a los demás, es fundamental para una correcta convivencia.

Otro aspecto radica en la práctica de la bondad, es precisamente, en el ejercicio de la bondad en el que se teje la confianza y las dinámicas que permiten una convivencia equilibrada y reducir el efecto de los sinsabores del contacto con otras personas que no nos agradan.

Por tanto, aprender a respetar nuestra integridad, a escoger nuestro círculo y a tratar a nuestros semejantes con la mayor bondad posible -lo que implica no dejarse avasallar por el otro, pero tampoco faltarle al respeto ni intentar someter su voluntad de algún modo-, constituye el armazón sobre el que se edifica todo el arte de la convivencia.

La práctica de la convivencia no puede ser sustituida por ningún otro artificio, hemos de ser capaces de evitar hacer el mal a los demás y crear vínculos duraderos con quienes nos rodean. 


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