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martes, 10 de octubre de 2023

Narcisismo: Fuegos artificiales y tormenta de baja autoestima.... Me Sienta Bien

 


Narcisismo: Fuegos artificiales y tormenta de baja autoestima.

El inicio del amor suele parecerse a un cielo de fuegos artificiales: sensaciones placenteras, atracción explosiva, el brillo que parece desplegar la otra persona. Para mucha gente, quedarse siempre en ese estado de felicidad inicial es una aspiración, pero lo cierto es que la dopamina que nos provoca ese placer y euforia no es eterna. Y es una suerte: curiosamente, se trata del mismo neurotransmisor que se activa con los juegos de azar, en las aplicaciones de contactos y con las drogas. Conociendo esto, ¿podemos ser felices en pareja o en un matrimonio a largo plazo?

En la actualidad existe una visión acerca de las pobres conexiones interpersonales, y esas cuestiones las recogió con especial precisión el filósofo polaco Bauman bajo el concepto de «modernidad líquida», una perspectiva sociológica que señala la volatilidad de prácticamente todos los aspectos sociales, lo que incluye la cultura, pero también el trabajo o el amor.

¿Luego somos aptos para tener la capacidad para mantener una pareja para toda la vida o cualquier relación está abocada a terminar en ruptura?

Ahora el concepto de «amor líquido» se caracteriza por considerar las relaciones personales como algo desechable. ¿Deberíamos darle una segunda oportunidad al amor que algunos ya califican de «sólido»?

Puede que Hollywood intente alimentarnos con películas románticas dominadas por constantes tonos color pastel, pero la realidad es mucho más fea y amarga que la mayoría de los idílicos finales que nos proporciona: la muerte ya no es lo que separa a la mayoría de las parejas.

En la actualidad, una parte considerable de las relaciones –incluso aquellas aparentemente consolidadas por el matrimonio– terminan siendo simples víctimas del consumismo propio del siglo XXI. El amor, hoy, se concibe en parte como un nuevo producto de usar y tirar.

Es decir existe y se procura consciente e inconscientemente una mayor fragilidad. Si bien las tesis de Bauman sugerían que vivimos en un mundo líquido y volátil. En este, la falta de arraigo y personalidad habría creado una sociedad superficial preocupada exclusivamente por las apariencias y la búsqueda del placer inmediato.

El amor, de hoy una vez más, tal como lo entienden y lo manipulan las personas que se denominan de trastorno de personalidad narcisista, se concibe en parte como un nuevo producto de usar y tirar, aunque a estas personas se les ocultan de forma benévola como individuos con síndromes de alexetimia, cuando en realidad, muchos de ellos se afirman y se desembocan ocasionalmente en brotes psicóticos que rondan la característica de actos propios de delincuencia.  

Y todo esto porque no son pocas las personas que hoy creen que la perfección existe –y que es alcanzable– gracias a las redes sociales: viajes perfectos, casas perfectas, familias perfectas, parejas perfectas y cuerpos y caras perfectas desfilan ante nosotros día tras día.

Estos factores, combinados con la íntima vulnerabilidad que a veces ocultamos, la necesidad de validación, el natural deseo de pertenencia y la comparación con los individuos más jóvenes provoca, en palabras de la psicóloga Wick, «una tormenta perfecta de baja autoestima»; lo que es lo mismo: uno de los defectos que más deteriora las relaciones interpersonales.  


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