El amor, el
sexo y la risa, en el tiempo.
El
amor no crece a medida que aumenta el tiempo. Pero el amor, se siente bien de
crecer. La euforia
del sexo es un sentimiento bastante efímero, pero nadie sabe de antemano si alcanzará
el éxtasis. Y la risa surge, cuando intentamos sostener dos o más ideas
contradictorias al mismo tiempo.
El cerebro humano, se adelanta constantemente
a los acontecimientos y genera hipótesis. En el sentido del amor, en el sexo y
en la risa, se mantiene cierto carácter idiosincrásico. Cada uno posee sus patrones
y su propio umbral de lo que considera afectivo u ofensivo y reacciona de manera
muy diferente cuando se cruzan esos umbrales.
En las relaciones tenemos
tendencia a pensar que aquellos argumentos que se asemejan y se repiten sin
cesar en otros acaban siendo ciertos.
Y el eterno problema es la medida y de las
citadas observaciones sobre el amor, el
sexo y la risa, el argumento del tiempo como medida no resulta un valor
determinante, y es de entre todas las contradicciones a la que continuamente se
enfrentará la sociedad cibernética.
Sin lugar a dudas, la irrelevancia de todas
sus unidades de medida, a nivel global es fundamental. De hecho es un tema de todos, ya
que somos conscientes de que existe un plano de la realidad (sin importar cómo
lo denominemos) que, aunque lo intentemos, en realidad no se puede cuantificar.
Este plano de empatía incluye conceptos tan
etéreos como la inteligencia, la conciencia, el alma, los recuerdos, las ideas,
los pensamientos o lo sueños.
“Se acerco y me dio la mano
De todas
aquellas manos, la
Suya era la única
que transmitía vida “
(Mario
Benedetti * La Tregua)
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