Suerte es Ayuso
“La suerte es tanto un objeto de deseo como un sujeto de prejuicio. Se cree que hay dos tipos de afortunados: los que recogen casos favorables simplemente porque nacieron bajo una estrella de la suerte, y los que cayeron en la causa del regalo del cielo.
Algunas personas creen que es necesario complementar este postulado, de lo contrario nos mantendremos en el marco de la magia y el fatalismo. Porque aunque consideremos que la suerte ocurre al azar, de hecho hay otro tipo de suerte que se puede empujar y cultivar, y ese tipo de suerte está disponible para cualquier persona.
Este enfoque es coherente con las opiniones que estiman lo apropiado que resulta el factor de la suerte, basados y extraídos en el análisis de examinar a personas exitosas, donde permite establecer que existen dos tipos de suerte, una la pasiva, como puede ser ganar un premio y otra la psicológica, que surge como resultado de una decisión volitiva, y es una formulación consciente de una conducta y posición personal.
Este descubrimiento es que la suerte del segundo tipo puede continuamente renovarse, razón por la cual algunos la consideran la suerte a largo plazo.
Todo tipo de suerte tiene cinco componentes:
a) Reunión oportuna en el momento adecuado.
b) Información clave que nos encauza en el camino.
c) Aperturismo, novedad u oportunidad de una experiencia positiva.
d) Solicitud inesperada
e) Evento inevitable que interrumpe el curso normal de la vida.
Con lo cual para prolongar la suerte, resultaría preciso preparar el terreno en el que los brotes verdes que surgen de la oportunidad puedan desarrollarse y fortalecerse. Esto solo se puede lograr si domina las siguientes cuatro actitudes.
1. Establecer un programa de trabajo
Para que el generador de suerte funcione hay que programarlo y ajustarlo en función del rumbo que hayamos elegido. A partir de ahí le dará sentido a los hechos que nos suceden, y se podrá generar suerte: serian nuestras metas, las que aseguran el funcionamiento del generador, nos permitirán detectarla.
Nuestra naturaleza humana está guiada en parte por las decisiones que tomamos sobre los valores y las normas personales. Los mecanismos por los que vemos nuestro valor como individuos, en parte, determinan la influencia de nuestras reuniones en la dirección de nuestro desarrollo social.
Entonces, si no hay una intención clara de antemano, no hay éxito a largo plazo. Esto no significa que deba comenzar con una planificación detallada del proyecto. Se trata más de definir tus deseos, sentir la dirección en la que te gustaría desarrollar tu vida, qué significado darle.
Una intención positiva es la quintaesencia de los deseos vitales, y para definirlos es necesario comprender qué nos da una sensación de florecimiento interior, que puede convertirse en la fuerza motriz de toda la vida.
Normalmente al sentir ¿Qué resuena en mí? ¿Qué necesito, qué quiero?. Estas son las preguntas que están en el centro de nuestro viaje hacia la suerte. Entonces todos tendrán que concretar sus expectativas, dar cuerpo a sus intenciones y así llevar un diario, educarse, atender a aquellos cuyos deseos son similares a los nuestros.
2. Abrirse al resto del mundo
Significa estar internamente listo para notar cosas nuevas, para percibir al máximo lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Esta es una actitud general hacia la atención y la vigilia constante, que nos permite captar información interesante, ver instantáneamente las perspectivas de un nuevo conocido, dirigir la energía en una determinada dirección.
Por lo tanto, aumentamos enormemente nuestras posibilidades, independientemente de si nos consideramos involucrados en el surgimiento de estas oportunidades o no.
Al hacer una pausa de vez en cuando para desconectar, permitimos que nuestra intuición funcione y nos liberemos de las garras de los oponentes de la suerte, que son la rutina y el pensamiento automático.
3. Resiliencia frente al fracaso
Los más afortunados no se libran de los golpes del destino o de problemas inesperados, pero son capaces de reciclar sus fallas de manera efectiva y con un resultado a largo plazo, sin entregarse a la ira, la tristeza o el rencor, buscan las razones del fracaso, deben encontrar la valoración correcta dada las circunstancias y finalmente reciclar su fracaso.
Para empezar, han de separar lo accidental o inevitable de lo que ellos mismos son responsables. También pueden, paradójicamente, encontrar algunos de los brotes verdes de la buena fortuna en el corazón de su fracaso, ya que las cosas casi siempre pudieron resultar ser peores.
Finalmente, hacen la única pregunta significativa en tal situación: ¿qué puedo sacar de este problema?. En otras palabras, ¿cómo y en qué condiciones puedo transformarlo en algo positivo? ¿Qué debo hacer ahora para darle la vuelta a mi favor? ¿Qué me enseñó este evento? ¿Cómo puedo usar la situación para conocer a las personas adecuadas, obtener nueva información, abrir otros mundos?
La última etapa del procesamiento es el reinicio del generador de oportunidades para ahora abrir nuevas puertas y encontrar otros caminos.
Hacer algo inusual, renovar relaciones con antiguos conocidos, recibir y enviar invitaciones, recopilar información sobre un tema que nos preocupa... Todos tendrán que encontrar la manera de dejar que un viento fresco entre en su mundo y agregar nuevos ingredientes a su suerte, no importa cómo se llamen: reunión oportuna, información clave, nuevo mundo, solicitud inesperada...
4. Un talismán para los demás.
La suerte es otra, cuanto más amplia sea la red de nuestros contactos personales, cuantas más personas conozcamos, mayor será la probabilidad de que tengamos un feliz accidente. Algunos piensan y señalan que las personas exitosas tienden a esperar que sus relaciones con los demás sean fructíferas.
Siempre que, por supuesto, al entablar una relación, demostremos generosidad, atención al otro y proporcionemos servicios de forma gratuita, de lo contrario los conocidos se reducen a la reposición egoísta y egoísta de la lista de contactos.
Por eso, además de las conexiones como tales, necesitamos la energía de entregarnos, de lo contrario no seremos capaces de sentar las bases de la suerte a largo plazo. Esto significa que nosotros mismos debemos convertirnos en talismanes para los demás, traerles buena suerte.
El amor, el conocimiento y la suerte tienen algo en común: se crean para circular continuamente en la sociedad, conectar a las personas y crear valores universales.
Así que para trasmitir buena suerte a los demás, basta con darles atención y tiempo, estar dispuesto a escucharlos. Dígale a ese interlocutor información importante, ábrale un nuevo campo de oportunidades, pero también esté presente en caso de falla, para ayudar a convertirlo en una oportunidad de cambio para mejor.
Al mostrar simpatía y solidaridad, no solo nos proporciona una reserva de éxitos futuros, sino que también llena nuestra vida de significado y profundidad, refutando la infame máxima de Thomas Hobbes: -El hombre es un lobo para el hombre-, cuando se hace referencia a los horrores de lo que es capaz la humanidad para conseguir lo que quiere.”