Pensando en voz alta
Normalmente todos nosotros, en un sentido racional
solemos tener un mismo patrón de
comportamiento, bastante comun de características instintivas y emocionales,
que componen una armonía social predeterminada. Sin embargo nuestras
percepciones y sentimientos se van modificando tanto por nuestros cambios
hormonales o bien en función de las
vivencias experimentadas, todas estas variables es lo que nos hace ser diferentes
entre nosotros, pero también estas circunstancias son las que logran modificar nuestro
cerebro, llegando a transformar nuestra mente, y haciéndonos capaces de
anticipar cualitativamente emociones, así como de cultivar y reestructurar
nuestras personalísimas intuiciones e ilusiones.
Cuando mantenemos una relación sentimental,
siempre resultará de agrado y muy adecuado procurar ciertos espacios que
resulten idóneos para ambos, que resulten atractivos para poder llegar a compartir de igual a igual
una relación basada en el propio equilibrio común.
Debemos procurar generar un espacio atrayente
donde pueda crecer nuestra autoestima, un espacio donde se pueda dar lugar a
expresar nuestras opiniones, y donde podremos nutrirnos y obtener nuevas dosis
de confianza en nosotros mismo para poder enfrentarnos a las nuevas
circunstancias que nos depara el futuro.
Procurar que nuestros problemas vitales
puedan ser libremente compartidos y entendidos, será un sosiego suficiente para
poder llegar a asumir nuestros propios errores o bien para que te animen, te estimulen
o bien que te puedan apremiar por tus esfuerzos de corrección o solución y estas
circunstancias resultaran ser la forma más sutil y sencilla de enriquecer
nuestras vivencias, dado que resultara siempre una manera de buscar
alternativas, de poder juzgarse en confianza y positivamente a sí mismo;
priorizando nuestros sentimientos y de manera atrevida, al compartir con la
pareja procuraremos que las situaciones no nos desborden, estas percepciones
cognitivas de nosotros mismos nos ayudaran a crear esos deseados espacios para mantener
esta ilusión que nos identifica inteligentemente de manera tan particular.
Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida
y tengo miedo de las noches
que, probablemente de recuerdos
encadenan mi soñar
pero el viajero que huye
tarde o temprano detiene su andar…
(* Carlos Gardel)
No hay comentarios:
Publicar un comentario