Lagrimas en el suelo.
Las lágrimas, pueden resultan ser el reflejo de un
instinto personal, que nace en el proceso de aceptación durante la interpretación
de algunas circunstancias, se manifiestan como una respuesta silenciosa y ahogada,
durante la síntesis de la conjugación y el razonamiento que podamos efectuar entre
lo que sentimos y hemos llegado a pensar.
Aún sin exploración o búsqueda, pueden aparecer sin
previo aviso, resultando ser una manifestación natural, como respuesta
silenciosa de nuestro ahogado e individualizado entendimiento.
La observación social ajena del acto se encuadra en
estereotipos existentes, comprendiéndose como un ofrecimiento sincero de
nuestra personalidad, con muy diversa interpretación. Sin embargo personalmente,
las lágrimas puede resultar ser actos sinceros que buscan la puerta de
emergencia, de nuestro denominado sexto sentido, que en ocasiones urge
manifestarse, con indiferencia de los matices de ilusión o desasosiego, como el
eureka de nuestra comprensión en la independencia y autonomía de la razón.
Aunque pudiéramos efectuar un estatus de las lágrimas,
por diferentes manifestaciones de dolor, alegría, engaño, sinceridad, fracaso o
felicidad del alma, lo que cada lágrima tiene en común es el valor innato de
libertad; y sin querer, resultan ser como el orbayu, llovizna o fina lluvia
invisible con la que nos salpican los ángeles, que nos hacen volver a creer en nosotros mismos, para
reinventarnos y poder avanzar hacia una nueva realidad.
La campana suena en la distancia
y cada golpe despierta
las profundidades del corazón
dulces recuerdos de toda una vida
impulsados por la pasión.
La lluvia fina y sorprendente
cayendo suavemente en la ventana
trae su perfume
recordando un amor ardiente.
Cuando el deseo comienza a brotar
y los sentimientos a hervir
viene el último rayo de sol
anunciando la llegada de la oscuridad.
No sé lo que es peor
pensar en que falta la vez
o enfrentar solo una noche mas
recordando un amor que se escapó.
(Arístides Girardi)
.. y a lo
mejor
si la sonrisa viene
de muy
de muy
adentro
usted puede
llorar
sencillamente
sin
desgarrarse
sin
desesperarse
sin convocar
la muerte
ni sentirse
vacía
llorar
solo llorar
entonces su
sonrisa
si todavía
existe
se vuelve un
arco iris.
(
Mario Benedetti.)
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