La amistad, la vida invisible en el aire.
Procurar desdoblar los infinitos
pliegues del corazón humano, puede resultar en cualquier momento de la vida
como uno de nuestros más vivas tareas y deseos, ya que intentar conocerse a si mismo produce
una admirable sabiduría humana.
Dado que en nuestra propia naturaleza, hemos de responder
al orden físico, intelectual y moral; y en este sentido nos ayudaran a
descifrar las resoluciones de infinitas cuestiones ligadas con nuestra vida,
felicidad y bienestar.
Al concepto moral, llevamos
nuestros deseos, necesidades y nuestros modos de ser, buscando las relaciones
que los unen, dado que comprender estas circunstancias nos enseñara a conocer
los instintos, las aficiones, las afecciones, los sentimientos, los deseos, las
pasiones, los vicios, y las virtudes.
Nuestros instintos de
conservación, o los deseos de sociabilidad y justicia, o el amor de lo
verdadero, de lo bueno, y de lo bello resultaran el conjunto de ideas y
determinaciones afectas al tiempo de su propia realización, como sentimientos
nobles en su origen y en sus fines. Existiendo como modalidades contrarias, la
emulación, la crueldad, el egoísmo, el orgullo, la vanidad, la ambición, la avaricia , los celos, la envidia, y el odio.
La amistad, por el contrario nace
del bien y como un noble sentimiento del alma, tiende hacia el bien, sin recompensa, invisible, ni tan siquiera espera las propias reciprocidades que genera. Sin
embargo la buena y la verdadera amistad no pueden, ni debe ser sospechosa en
nada, resultando siempre compatible con nuestros deberes sociales, morales y espirituales.
El alma de la persona solo desea :
acumular felicidad y
evaporar tristezas.
Me aúno a tu pensamiento, me siento identificada con él.
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