El motivo del aire
El sueño influye de forma notable, no sólo sobre el cuerpo, sino también
sobre el alma, donde el movimiento es la vida y la inercia es la muerte. Y
donde indudablemente, la naturaleza fisiológica como la espiritual, necesitan
del reposo por ciertos periodos de tiempo.
Durante el movimiento, al hablar o escuchar lo hablado, hay siempre un
acto de atención, siendo este una de las caricias humanas más hermosas, es una operación
del pensamiento, para comprender la relación de cada palabra, con cada parte de
la cosa expresada, y abrazar el conjunto o la síntesis de la frase, lo cual
supone, una aplicación incesante y jamás interrumpida del pensamiento y la
voluntad.
Cuando queremos realizar un deseo, ejecutar un acto, elegimos y
disponemos los medios, de la manera más apropiada y conveniente para cumplir el
fin; nuestros movimientos, irán dirigidos para cumplimiento de la voluntad, a la
ejecución de nuestro deseo.
La facultad de querer y el pensamiento, se desarrollan paralelamente,
existiendo entre ambos, la armonía perfecta, una bondad silenciosa y la unión
mas intima.
El espíritu humano, necesita de un esfuerzo continuado para apoderarse,
para penetrar en las relaciones de los objetos, combinarlos, y reducirlos a la
unidad, no pudiendo concebirlo, sin que sus propiedades, sean percibidas por
nosotros y sin que esa misma unidad aparezca, y brille como condición impuesta
al conocimiento.
En el sueño, el ser, tiende a reconcentrarse en sí mismo, siendo más
pasivo que activo, pierde la dirección a su persona, y cae bajo la influencia de
las cosas, que han obrado sobre él, dejando de ser dueño de su cuerpo y de su espíritu.
Donde las impresiones de la imaginación, obran mas vivamente, sobre los órganos
al punto que no tienen lugar en la vigilia, donde el cuerpo, como el espíritu, se
sustrae a la voluntad, y la atención desfallece, se debilita a despecho de
nuestros esfuerzos.
Las intuiciones y las imágenes, son elementos que flotan en la
inteligencia, pero sin darles una combinación acertada, sin reducirlos a la
unidad, y por consiguiente, las representación son fantásticas, como producto del
delirio.
Cuando los sentidos salen de servir a las fantasías, al igual que el
aire, después de que el alma sienta su
propia inquietud, en virtud de su propia actividad, recobrara las funciones
intelectuales, en el sueño latente, obrando con paz, pero no teniendo conciencia de sus
actos, y sin conocimiento de sus operaciones.
La voluntad entre los limites de volar y soñar.
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