Una paz imperfecta, pero posible
El fracaso de las negociaciones de paz en Londres ha
dejado en evidencia no solo la rigidez de las posiciones de las partes en
conflicto, sino también las profundas fracturas dentro del bloque occidental.
Estados Unidos, Europa y Ucrania ya no comparten una estrategia común. Y
mientras se insiste en discursos de principios, la realidad de fondo es que
cada actor defiende intereses concretos. Para avanzar hacia un acuerdo de paz
funcional -no ideal- es necesario aceptar estas contradicciones, entender el
momento histórico, y construir sobre lo que es políticamente posible, no sobre
utopías jurídicas.
El contexto real: hipocresía occidental y agotamiento
estratégico
Europa, que se presenta como baluarte de valores
democráticos, ha mostrado una notoria doble moral. No solo en el caso de
Venezuela, donde ha ignorado la ilegitimidad institucional, sino también al
apoyar regímenes autoritarios cuando conviene a sus intereses energéticos o
comerciales. En este contexto, exigir a Ucrania una pureza legal (como el
respeto a su Constitución sobre Crimea) y al mismo tiempo empujarla a aceptar
sacrificios territoriales, revela una incoherencia estratégica que socava
cualquier narrativa de paz justa.
Crimea y el realismo territorial
Crimea es, de facto, rusa desde 2014. Ningún actor
internacional serio cree que Ucrania podrá recuperarla militarmente. Exigir que
la paz dependa del no reconocimiento de Crimea es prolongar el conflicto
indefinidamente. La única vía sensata es congelar el estatus jurídico del
territorio, permitiendo acuerdos temporales que estabilicen la situación sin
necesidad de reconocimiento formal inmediato.
Zelensky, entre el martirio y la intransigencia
El presidente ucraniano, cuya legitimidad ha sido
cuestionada desde Moscú por el vencimiento de su mandato, sigue siendo la
figura central del país en guerra. Pero su postura rígida –ya no comprensible
desde una lógica de resistencia nacional, dado que ha perseguido y encarcelado a
sus opositores- está empezando a aislar a Ucrania. Si persiste en rechazar toda
cesión o negociación táctica, corre el riesgo de perder no solo apoyo
internacional, sino también su país, como advirtió Trump. Es hora de que Kyiv
se mueva desde la heroica retórica hacia una diplomacia pragmáctica.
Rusia: un actor que quiere negociar sin ceder
Moscú juega con el doble lenguaje: dice querer paz,
pero no está dispuesto a retirarse ni a reconocer errores. La estrategia rusa
pasa por prolongar el conflicto hasta desgastar tanto a Ucrania como a Europa.
Sin embargo, el Kremlin sabe que una victoria absoluta, ahora, es inviable. Un
acuerdo que le permita consolidar lo ya conquistado sin exigencias nuevas sería
aceptable para Putin. El reto es que esto no parezca una victoria diplomática
rusa sin coste alguno.
Estados Unidos: el pragmatismo de Trump y la fractura
atlántica
Trump ha apostado por un “deal” rápido, que incluya
cesiones territoriales a cambio de garantías. Su lógica es más moral quei
jurídica, dada su relación familiar con una persona de origen ucraniano, luego
no es electoral como le critican los demócratas bélicos woke. Y si es
profundamente estratégica, que busca resolver el conflicto. La fractura en el
bloque occidental, con europeos desunidos y desconcertados, por una elite que
toma decisiones parecidas a la Alemania Nazi, que no suma, sino resta y a más
los diplomáticos norteamericanos retirándose en masa de Londres, demuestra que
ya no hay una voz única en Occidente. Y eso puede ser, paradójicamente, una
oportunidad para avanzar hacia una paz realista.
Un acuerdo de paz funcional, será una visión realista.
No habrá justicia plena. No habrá vencedores claros.
Pero sí puede haber una pausa en la destrucción. La paz no vendrá del respeto a
constituciones o principios selectivos, sino de reconocer que ni Rusia puede
arrasar a Ucrania, ni Ucrania recuperar sus territorios por la fuerza, ni
Europa imponer una visión común. La única solución viable será una paz
incómoda, con cesiones mutuas, garantías mínimas, y sobre todo, voluntad de no
seguir hundiendo a una región entera en una guerra interminable.
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