Criptomonedas: horizonte
crítico
Una crítica estructural al auge contemporáneo de los activos digitales
Criptomonedas: Floración estacional
de un jardín especulativo
Mirando últimamente el Bitcoin
se despliega una lectura técnico-financiera del comportamiento reciente del
ecosistema cripto, centrando la atención en la apreciación de Bitcoin y de las
altcoins tras un primer trimestre de marcada contracción. El análisis conecta
dicha recuperación con eventos de orden geopolítico y monetario, como la
moratoria arancelaria de EE. UU., la ralentización de la inflación y la
expectativa de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal. Esta
coyuntura, rica en estímulos para la especulación, genera una primavera
financiera, en la cual diversas criptomonedas florecen con vigor efímero. Sin
embargo, esta efervescencia recuerda a un jardín donde, si bien es deseable la
variedad de especies, no todas poseen raíces suficientes para resistir el
cambio estacional del ciclo económico.
El crecimiento de
Bitcoin, superior al 40 % en un solo mes, es atribuido no tanto a factores
estructurales, sino a la "esperanza" como palabra clave, de una
política monetaria expansiva. Tal expectativa, unida a innovaciones técnicas como
la actualización de Ethereum (Pectra), ha reforzado la narrativa del
criptoactivo como vehículo de inversión. Pero esta narrativa, aunque cada vez
más sofisticada, descansa sobre una lógica simbólica y autorreferencial. Como
apuntan Dodd y Carruthers (2007), "el dinero, para funcionar, no requiere
respaldo material sino una estructura de confianza institucionalizada",
algo que las criptomonedas aún construyen a contracorriente.
El informe señala
correctamente que Bitcoin, más allá de su cotización, opera como un síntoma de
desconfianza hacia la arquitectura monetaria global. En efecto, se ha
convertido en una expresión de reserva de valor frente al debilitamiento de las
monedas fiduciarias, en especial el dólar estadounidense, cuya oferta se ha
incrementado más del 40 % desde 2020 (Friedman & Wessels, 2023). No
obstante, tal función simbólica no es equiparable a la solidez estructural de
activos como el oro, cuyo comportamiento contracíclico ha sido históricamente
validado (Baur & McDermott, 2010). La correlación creciente entre Bitcoin y
activos tecnológicos de alta beta pone en entredicho su estatus de “oro
digital” (Yermack, 2015).
La metáfora floral,
entonces, cobra fuerza: las criptomonedas no son aún robles del sistema
financiero, sino flores exóticas de difícil cultivo. A diferencia del oro, cuya
historia de conservación atraviesa imperios y catástrofes, o del efectivo, aún
funcional como herramienta de intercambio inmediato, o de los bonos soberanos,
garantizados por el respaldo institucional de los Estados, las criptomonedas
existen por su mera infraestructura, por una autorreferencialidad semiótica y
la expectativa , que no significa garantía de utilidad futura. Como señala
Esposito (2011), "la expectativa puede funcionar como valor económico
cuando no hay objeto tangible a evaluar", fenómeno que se manifiesta con
claridad en este tipo de activos.
Horizonte crítico: ¿una moda
perenne o un ciclo florido?
La historia económica
ofrece múltiples ejemplos de activos cuyo valor fue inflado por el imaginario
colectivo más que por sus fundamentos. Desde los bulbos de tulipán en el siglo
XVII hasta las acciones tecnológicas del 2000, las modas financieras suelen
tener un ciclo de vida definido: nacimiento narrativo, difusión especulativa, e
inevitable ajuste a la realidad económica (Kindleberger & Aliber, 2011). El
fenómeno cripto no escapa a esta lógica.
El documento resalta la
adopción creciente de criptomonedas en economías donde los canales oficiales de
financiamiento han sido restringidos ,como Rusia, tras el cierre del sistema
SWIFT. Aquí, BTC y USDT cumplen una función instrumental: permiten
transferencias, reservas y comercio transfronterizo en condiciones de asfixia
institucional. Pero esta función no basta para legitimar su rol como reserva
global de valor. La regulación incipiente, como la inclusión de BTC en la
“Revisión de Riesgo” del Banco de Rusia, muestra que el sistema tradicional ya
no puede ignorarlo, pero tampoco lo ha integrado plenamente. La
"autonomía" de BTC es, en muchos casos, una autonomía vigilada
(Zuboff, 2019).
Desde un horizonte
crítico, la perdurabilidad del fenómeno cripto está limitada por tres vectores
principales:
Volatilidad estructural:
Las caídas del 50–70 % no son anomalías sino parte de la norma estadística.
Esto dificulta su adopción como instrumento fiduciario de largo plazo (Baur et
al., 2018).
Ausencia de respaldo
material: Las criptomonedas no están ligadas a un activo subyacente o flujo de
caja real. Su valor depende de la comunidad, no de la productividad económica.
Riesgo regulatorio
creciente: El creciente interés de los bancos centrales puede derivar en una
legalización parcial, pero también en limitaciones severas a su uso (IMF,
2021).
Bitcoin, en este
sentido, es como un activador de rentabilidad (una suerte de
"apalancamiento sin deuda", como lo describe el documento), pero no
un ancla estable. Su eficacia depende de la disciplina del inversor, de su
tolerancia al riesgo, y de un entorno tecnológico e institucional favorable. Cualquier
alteración en estas condiciones podría deshojar su atractivo.
A modo de síntesis,
podríamos decir que las criptomonedas representan una sofisticada arquitectura
de expectativas, en cuyo interior late el deseo de emancipación financiera,
pero también la sombra del espejismo. El oro, el efectivo y los bonos soberanos,
valores que reivindico de siempre, poseen un historial de estabilidad y
legitimidad que los activos digitales aún no han construido. Así como no todas
las flores sobreviven al invierno, no toda innovación financiera está llamada a
florecer indefinidamente. En un mundo donde el valor se redefine a cada
segundo, la prudencia es, en última instancia, el más atemporal de los activos.
Referencias
· Baur, D. G., & McDermott, T. K.
(2010). Is gold a safe haven? International evidence. Journal of Banking &
Finance, 34(8), 1886–1898.
· Baur, D. G., Hong, K., & Lee, A. D.
(2018). Bitcoin: Medium of exchange or speculative assets? Journal of
International Financial Markets, Institutions and Money, 54, 177–189.
· Dodd, N., & Carruthers, B. G.
(2007). The sociology of money and finance. Annual Review of Sociology, 33,
411–431.
·
Esposito, E. (2011). The Future of
Futures: The Time of Money in Financing and Society. Edward Elgar Publishing.
·
Friedman, M., & Wessels, A. (2023). The
Decline of Dollar Credibility. Economic Perspectives Review, 11(3), 45–61.
· IMF (2021). The Rise of Crypto Assets:
Implications for Financial Stability. International Monetary Fund Policy
Papers.
·
Kindleberger, C. P., & Aliber, R. Z.
(2011). Manias, Panics, and Crashes: A History of Financial Crises (6th ed.).
Palgrave Macmillan.
· Yermack, D. (2015). Is Bitcoin a real
currency? An economic appraisal. In D. Lee Kuo Chuen (Ed.), Handbook of Digital
Currency (pp. 31–43). Elsevier.
·
Zuboff, S. (2019). The Age of
Surveillance Capitalism. PublicAffairs.
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