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domingo, 15 de junio de 2025

Criptomonedas: horizonte crítico...La ultima canción



Criptomonedas: horizonte crítico

Una crítica estructural al auge contemporáneo de los activos digitales

*   Criptomonedas: Floración estacional de un jardín especulativo

Mirando últimamente el Bitcoin se despliega una lectura técnico-financiera del comportamiento reciente del ecosistema cripto, centrando la atención en la apreciación de Bitcoin y de las altcoins tras un primer trimestre de marcada contracción. El análisis conecta dicha recuperación con eventos de orden geopolítico y monetario, como la moratoria arancelaria de EE. UU., la ralentización de la inflación y la expectativa de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal. Esta coyuntura, rica en estímulos para la especulación, genera una primavera financiera, en la cual diversas criptomonedas florecen con vigor efímero. Sin embargo, esta efervescencia recuerda a un jardín donde, si bien es deseable la variedad de especies, no todas poseen raíces suficientes para resistir el cambio estacional del ciclo económico.

El crecimiento de Bitcoin, superior al 40 % en un solo mes, es atribuido no tanto a factores estructurales, sino a la "esperanza" como palabra clave, de una política monetaria expansiva. Tal expectativa, unida a innovaciones técnicas como la actualización de Ethereum (Pectra), ha reforzado la narrativa del criptoactivo como vehículo de inversión. Pero esta narrativa, aunque cada vez más sofisticada, descansa sobre una lógica simbólica y autorreferencial. Como apuntan Dodd y Carruthers (2007), "el dinero, para funcionar, no requiere respaldo material sino una estructura de confianza institucionalizada", algo que las criptomonedas aún construyen a contracorriente.

El informe señala correctamente que Bitcoin, más allá de su cotización, opera como un síntoma de desconfianza hacia la arquitectura monetaria global. En efecto, se ha convertido en una expresión de reserva de valor frente al debilitamiento de las monedas fiduciarias, en especial el dólar estadounidense, cuya oferta se ha incrementado más del 40 % desde 2020 (Friedman & Wessels, 2023). No obstante, tal función simbólica no es equiparable a la solidez estructural de activos como el oro, cuyo comportamiento contracíclico ha sido históricamente validado (Baur & McDermott, 2010). La correlación creciente entre Bitcoin y activos tecnológicos de alta beta pone en entredicho su estatus de “oro digital” (Yermack, 2015).

La metáfora floral, entonces, cobra fuerza: las criptomonedas no son aún robles del sistema financiero, sino flores exóticas de difícil cultivo. A diferencia del oro, cuya historia de conservación atraviesa imperios y catástrofes, o del efectivo, aún funcional como herramienta de intercambio inmediato, o de los bonos soberanos, garantizados por el respaldo institucional de los Estados, las criptomonedas existen por su mera infraestructura, por una autorreferencialidad semiótica y la expectativa , que no significa garantía de utilidad futura. Como señala Esposito (2011), "la expectativa puede funcionar como valor económico cuando no hay objeto tangible a evaluar", fenómeno que se manifiesta con claridad en este tipo de activos.

*   Horizonte crítico: ¿una moda perenne o un ciclo florido?

La historia económica ofrece múltiples ejemplos de activos cuyo valor fue inflado por el imaginario colectivo más que por sus fundamentos. Desde los bulbos de tulipán en el siglo XVII hasta las acciones tecnológicas del 2000, las modas financieras suelen tener un ciclo de vida definido: nacimiento narrativo, difusión especulativa, e inevitable ajuste a la realidad económica (Kindleberger & Aliber, 2011). El fenómeno cripto no escapa a esta lógica.

El documento resalta la adopción creciente de criptomonedas en economías donde los canales oficiales de financiamiento han sido restringidos ,como Rusia, tras el cierre del sistema SWIFT. Aquí, BTC y USDT cumplen una función instrumental: permiten transferencias, reservas y comercio transfronterizo en condiciones de asfixia institucional. Pero esta función no basta para legitimar su rol como reserva global de valor. La regulación incipiente, como la inclusión de BTC en la “Revisión de Riesgo” del Banco de Rusia, muestra que el sistema tradicional ya no puede ignorarlo, pero tampoco lo ha integrado plenamente. La "autonomía" de BTC es, en muchos casos, una autonomía vigilada (Zuboff, 2019).

Desde un horizonte crítico, la perdurabilidad del fenómeno cripto está limitada por tres vectores principales:

Volatilidad estructural: Las caídas del 50–70 % no son anomalías sino parte de la norma estadística. Esto dificulta su adopción como instrumento fiduciario de largo plazo (Baur et al., 2018).

Ausencia de respaldo material: Las criptomonedas no están ligadas a un activo subyacente o flujo de caja real. Su valor depende de la comunidad, no de la productividad económica.

Riesgo regulatorio creciente: El creciente interés de los bancos centrales puede derivar en una legalización parcial, pero también en limitaciones severas a su uso (IMF, 2021).

Bitcoin, en este sentido, es como un activador de rentabilidad (una suerte de "apalancamiento sin deuda", como lo describe el documento), pero no un ancla estable. Su eficacia depende de la disciplina del inversor, de su tolerancia al riesgo, y de un entorno tecnológico e institucional favorable. Cualquier alteración en estas condiciones podría deshojar su atractivo.

A modo de síntesis, podríamos decir que las criptomonedas representan una sofisticada arquitectura de expectativas, en cuyo interior late el deseo de emancipación financiera, pero también la sombra del espejismo. El oro, el efectivo y los bonos soberanos, valores que reivindico de siempre, poseen un historial de estabilidad y legitimidad que los activos digitales aún no han construido. Así como no todas las flores sobreviven al invierno, no toda innovación financiera está llamada a florecer indefinidamente. En un mundo donde el valor se redefine a cada segundo, la prudencia es, en última instancia, el más atemporal de los activos.

*   Referencias

·   Baur, D. G., & McDermott, T. K. (2010). Is gold a safe haven? International evidence. Journal of Banking & Finance, 34(8), 1886–1898.

·      Baur, D. G., Hong, K., & Lee, A. D. (2018). Bitcoin: Medium of exchange or speculative assets? Journal of International Financial Markets, Institutions and Money, 54, 177–189.

·    Dodd, N., & Carruthers, B. G. (2007). The sociology of money and finance. Annual Review of Sociology, 33, 411–431.

·       Esposito, E. (2011). The Future of Futures: The Time of Money in Financing and Society. Edward Elgar Publishing.

·       Friedman, M., & Wessels, A. (2023). The Decline of Dollar Credibility. Economic Perspectives Review, 11(3), 45–61.

·     IMF (2021). The Rise of Crypto Assets: Implications for Financial Stability. International Monetary Fund Policy Papers.

·       Kindleberger, C. P., & Aliber, R. Z. (2011). Manias, Panics, and Crashes: A History of Financial Crises (6th ed.). Palgrave Macmillan.

·      Yermack, D. (2015). Is Bitcoin a real currency? An economic appraisal. In D. Lee Kuo Chuen (Ed.), Handbook of Digital Currency (pp. 31–43). Elsevier.

·       Zuboff, S. (2019). The Age of Surveillance Capitalism. PublicAffairs.

 

 

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