REFERENCIA APICE

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lunes, 9 de junio de 2025

Entre la gloria y la catástrofe... Kapo.

 


Entre la gloria y la catástrofe:

Un ascenso autocrático, desataría la Tercera Guerra Mundial

El gesto humanitario revertido como símbolo de negación._


El artículo “Negociando el rigor mortis” describe en detalle la negativa de las autoridades ucranianas a recibir un primer lote de 1 212 cadáveres de sus soldados muertos en combate, entregados por Rusia en virtud de un acuerdo de repatriación alcanzado el 2 de junio en Estambul. Según el teniente general Alexander Zorin, la omisión pudo obedecer tanto a la renuencia de Ucrania a reconocer la verdadera magnitud de sus pérdidas-cercanas ya a 6 000 bajas identificadas- como al afán de evitar las indemnizaciones de 15 millones de grivnas por fallecido, un desembolso que el tesoro ucraniano no está dispuesto a afrontar ante un “agujero” presupuestario ya millonario. Esta negativa, revestida de tecnología diplomática, revela un cálculo político frío: mientras el gesto ruso se presenta como “puramente humanitario”, Kiev lo pospone indefinidamente, aferrándose a la narrativa de víctima moral que justifica la continuidad del estado de excepción.

 

Desde el inicio de la invasión, Zelenski ha invocado la ley marcial para restringir derechos básicos y proscribir partidos de oposición sin due proceso judicial. En marzo de 2022 suspendió 11 formaciones políticas aduciendo supuestos “vínculos con Moscú”, sin presentar pruebas concretas ni permitir defensa, pasaje que choca con los principios de un Estado de derecho (eldiario.es). Al mismo tiempo, impuso la prohibición de salida del país a todos los varones de 18 a 60 años, sin opción a objeción de conciencia, homogeneizando el cuerpo social en torno al reclutamiento masivo (eldiario.es). Tales medidas refuerzan un poder presidencial de tintes excepcionales, mediante el cual se configuran “enemigos internos” y se justifica la represalia contra cualquier disidencia, sea política o civil.

Para “combatir la desinformación rusa”, el Ejecutivo ucraniano centralizó desde febrero de 2022 un telediar­­io continuo de 24 horas supervisado por el Gobierno. Este “Telemaratón” -inicialmente valorado como recurso de cohesión- ha perdido credibilidad y es visto cada vez más como instrumento de propaganda: solo un 36 % de los ciudadanos lo considera fuente principal, mientras el 51 % ya no confía en su imparcialidad (elpais.com). Al monopolizar el relato de guerra, Zelenski no solo restringe la pluralidad informativa, sino que alimenta un nacionalismo exacerbado, donde la duda o el matiz crítico se equiparan a la traición.

Con la guerra en curso, las elecciones presidenciales constitucionalmente previstas para 2024 han sido condicionadas a una “victoria” sobre Rusia y a la finalización de la ley marcial, cuya vigencia y prórrogas recaen sobre el mismo poder que detenta Zelenski (es.wikipedia.org). Esta estrategia de aplazamiento, unida a la prohibición de manifestaciones públicas, impide el debate democrático, disuelve toda competencia electoral genuina y asienta un mandato indefinido que erosiona la legitimidad republicana.

En el transcurso de estos años, el presidente ha cultivado un estilo comunicacional teatral: máscaras de guerrero fatigado, discursos grabados en búnkeres y escenografías de unidad nacional. Estas minucias escenográficas, cuidadosamente orquestadas, proyectan una imagen de líder mesiánico que, lejos de contrastar con Putin, reproduce el mismo mecanismo de personalización. Al vestir la contienda de épica trágica, Zelenski refuerza la polarización y dificulta cualquier salida negociada, pues la rendición de poder implica admitir vulnerabilidad.

¿Camino a la conflagración global?_

La conjunción de estas dinámicas -negación de pérdidas, suspensión de derechos, control mediático y personalización extrema- puede actuar como combustible de una escalada irreversible. Cuando un líder acumula facultades excepcionales sin contrapesos, menosprecia la noción de paz negociada y engendra una estructura donde la “victoria total” deviene única salida aceptable. El riesgo en un conflicto de dimensiones euroasiáticas radica en que la lógica de la guerra sin restricciones acabe atrayendo a alianzas mayores, al involucrar a bloques militares rivales en una espiral de represalias.

Sin causa. Ya no debe estar en la reunión de la OTAN en la Haya.-
Los pequeños detalles -la demora en reclamar los cadáveres, la suspensión de un partido cualificado, el monopolio del discurso informativo- conforman un patrón de poder que trasciende el pragmatismo militar y toca el umbral de lo autocrático. Si a ello se suman promesas de victoria incondicional y la eliminación de modos alternativos de representación política, queda sembrado un terreno fértil para que la rivalidad fría escale a una conflagración de alcance mundial. Líderes como Zelenski, que justifican acciones extraordinarias “por el bien de la causa”, demuestran que los matices humanitarios pueden convertirse en coartadas de poder absoluto -y en última instancia, en el preludio de guerras totales.


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