Los Impuros
Las propiedades y los modos de obrar de las personas, son las
facultades del alma humana, y se determinan o gradúan mediante la pureza de sus
elementos constitutivos, adquiriendo el conocimiento de estas propiedades por
la misma percepción directa, es decir por la conciencia, que afirmaran que el
hombre puede ser sensible, inteligente y activo, es decir una persona capaz de
experimentar placer o dolor, de pensar y de querer.
Si alguna persona intentase manipular y experimentar con otra, por
servir intereses impuros o bien a teorías malévolas, no morales y encuadradas
en un claro desequilibrio racional, en
el que el yo, no es uno, idéntico y libre, sería pretender probar un imposible;
porque no solamente la realidad de estos caracteres será de un envenenamiento
evidente, como de todo objeto distinto y claramente conocido.
Porque al darse estos conocimientos, de experimentación natural,
resultará de inmediato el producto necesario y la condición precisa de elaborar
nuestra propia defensa de actividad intelectual y moral. Dado que nuestras
sensaciones, pensamientos y actos voluntarios no tienen existencia, si no es por
referirse a un sujeto real, que se debe volver a conocer a la vez sintiendo,
pensando y queriendo.
Saber que existe un presente, un pasado y un porvenir, lo cuál puede
explicar nuestros deseos y temores. Observando, que la evidencia puede figurar,
en los recuerdos de los objetos, como facultades armónicas, donde reconocemos
que somos el mismo ser, que ha conocido y experimentado el recuerdo otras
veces.
Nuestros juicios, nuestros sentimientos, nuestra conducta con los
demás, así como la existencia y aplicación de la ciencia del alma, como constante
universal de las personas, suponen nuestra identidad personal. Y no es posible
dudar de verdad tan necesaria como trascendental.
Los sentimientos más puros, son las más nobles ideas, pensamientos profundos de la poesía.
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