Sutil transformación
El hombre siempre puede estar sujeto á error, su inteligencia limitada
y finita y las pasiones individuales, oscurecen la brillante luz de su razón; y
como por otra parte, se siente cierta resistencia a obedecer y a cumplir los
mandatos impuestos cuando la autoridad los reconoce, tiene y se apoya tan sólo
en la persona misma.
La providencia sabiendo todo esto, no ha abandonado a la persona, dejándole
a sus propios juicios y entregándole a solo sus fuerzas, para el descubrimiento
de la verdad, desde su propio conocimiento.
Algunos sostienen que la forma de llegar a la verdad, proviene básicamente
de la educación del hombre; y esta no produce los resultados que se propone más
que en el orden físico, habitualmente los resultados morales, que por el
consejo y el ejemplo, debieran ser más exactos, son completamente nulos, pues
cuando más, se consigue que un determinado carácter refractario a las ideas,
que se le quieren inculcar, apercibido de la necesidad o conveniencia, se
encubra sus propensiones y se haga hipócrita.
Es indudable que el hombre aprende por habérsele enseñado, pues el
hombre no nace instruido, no viene al mundo educado, la instrucción y la
educación se adquieren, se desarrollan y se perfeccionan con el trato con
nuestros semejantes, y en virtud de esa aptitud. Condiciones y circunstancias
particulares, sufrirá continuas trasformaciones y frecuentes cambios desde el
comienzo de su existencia, hasta su último
periodo.
No necesitamos mencionar cosas más comunes, donde se heredan de padres
a hijos las formas y cualidades naturales más salientes; y no de un modo
general, ya que todo lo que no
pertenezca al espíritu individual, que es el carácter propio, original, es ajeno
a los parentescos.
Cada persona, es lo que su condición moral trae a la vida; pudiendo
existir la enmienda de la maldad intima, porque cada persona muere con la misma
condición moral, que revela en sus primeros días de manifestación. Procurando
que la persona que es buena, lo es siempre a pesar de todos los escarmientos,
que le aconsejen otra manera de sentir.
Al mismo tiempo, el malo satisface con sus intenciones toda su vida
moral que le es propia. Lo que si acontece es la modificación de las
apariencias mediante el cálculo, de donde nace para el malo la sutil doblez,
para librarse de las consecuencias perjudiciales.
Y respecto del individuo bueno, en oposición, donde siempre es más difícil
un cambio de conducta superficial.
El presentimiento reconoce como base la conciencia lógica.
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