REFERENCIA APICE

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martes, 24 de septiembre de 2019

Concordia libre e igual...Perdona si te digo


Concordia libre e igual
Todos los partidos políticos, en sus orígenes primarios, tienden a identificarse con un color, e idean uniformidad, intentando, llegar sin duda, á exagerar su propio principio, y á hacer exclusiva su peculiar aspiración.
Es fuerza a convenir, en que la exageración de aquél, y el exclusivismo de está, es lo que llega, a constituir y a caracterizar, más propia y definitivamente, á todo partido político, abstractamente considerado, no se puede desconocer, que los defectos, y los extravíos políticos, se ligan fácil y aun necesariamente, con otros defectos, y con otros extravíos, más transcendentales, que los meramente políticos.
Resulta innegable, que en todo partido político, se encuentran personas poco reflexivas, y otras también de honradez muy problemática, y de ni aun problemática honradez que, alucinadas o inspiradas por móviles distintos, de los genuinamente políticos, se interesan más, que por el verdadero principio y aspiración razonable de su partido, por la exageración del uno y por el exclusivismo de la otra y aun por los errores, defectos y utopías políticas, y no políticas vinculadas, con esa exageración y ese exclusivismo.
Pero si reconocemos, que todo esto es cierto, no lo es menos, que son muy raros los partidos, si acaso hay alguno, a que no pueda asignarse, un principio verdadero por base y una aspiración legítima por fin.
Aunque lógicamente, se exijan  unos a otros, errores políticos y no políticos, dado que la voluntad, no siempre se atempera a las exigencias lógicas, ni en todos los casos, ni en cada uno, en toda su extensión, y así aunque todo partido, se caracterice, en abstracto mas propia, y definitivamente por sus errores, en concreto, no son imputables todos los errores, de un partido a todos sus partidarios.
Si las personas no suscitan los sucesos, los sucesos sorprenderán a las personas, y si no se disponen los acontecimientos con prevención suave, ellos se impondrán como remedio doloroso.


 Al mal urgente de nuestra suprema discordia, no corresponde otro medio que una concordia suprema.

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