¿Alguna vez que de repente vives un día sorprendente, en el que ocurren cosas inesperadas…?
A mi sí, a veces acojo lo
inesperado con alegría, otras con neutralidad o pesar.
Las cosas suceden y, aunque
reaccionamos a ellas, de por sí no tienen un valor positivo o negativo. Las
emociones tampoco tienen un valor a priori, aunque con mucha facilidad las
categorizamos como positivas o negativas. En diversas ocasiones, he escuchado
decir que detrás de nuestras emociones, las llamadas emociones negativas, se encuentra
el miedo.
Esta manera de pensar está
muy en consonancia con la filosofía que propugnan que existen dos emociones
básicas: el miedo y el amor. Donde o vibras en el amor o vibras en el miedo. En
la experiencia, que pasamos juntos el miedo me contrae, y el amor me expande
(aunque a veces, da mucho miedo esto del amor…).
En alguna mirada manifestamos
desequilibrio emocional cuando nuestra personalidad se aleja del mandato de
nuestra alma. De esta manera, nuestros desequilibrios emocionales son una
llamada de atención para que volvamos al propósito de nuestra alma. Entonces,
cuando percibas que no estás vibrando en un lugar donde reina la armonía con el
amor y la paz, la invitación es revisar que detonó esta emoción, para poder
equilibrarla y regresar a un lugar de paz.
Sí, ya sé que a veces no es
tan sencillo. Especialmente cuando estás en medio de un volcán emocional que lo
ocupa todo y casi no puedes ni pensar…
A menudo, a mi se me escapa
el origen de mis emociones. Cuando estoy muy sumergido en una emoción, está lo
ocupa todo y me es muy difícil parar a escuchar esta incomodidad y darme el
espacio para entrar en contacto con lo que detona esta emoción.
Otras veces, en cambio, soy
perfectamente consciente del origen de mi emoción, pero no por ello puedo
cambiarlo cuando quiero, ¿te pasa a ti también?
En estos momentos de volcán
emocional, cuando se manifiesta el enfado, la tristeza, la rabia o la
incomodidad, por hablarte de algunas emociones, lo que de verdad me
ayuda es cambiar de registro y subir a la montaña poniéndome en contacto con la
naturaleza. Yo también sé que es así para ti, es cuando en ese lugar aparece entonces el
regalo de lo inesperado: donde la belleza de la naturaleza nos inunda y podemos
volver a inspirarnos, es cuando me abro a escuchar la naturaleza, mi ánimo
cambia radicalmente.
La Naturaleza nos sana.
Especialmente si caminamos en ella en actitud de silencio mental y nos abrimos
a su vibración, paseos en los que abrimos los cinco sentidos para obtener el
bienestar que este entorno natural nos aporta.
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