La suerte es tanto un objeto de deseo como un objeto de
prejuicio. Saliendo del propio marco de la magia y el fatalismo. Expresaremos
que de hecho, hay suerte al azar, pero hay otro tipo de suerte que se
puede empujar y cultivar, y esa suerte está disponible para todos. Se
cree que hay dos tipos de afortunados: los que coleccionan casos favorables
simplemente porque nacieron bajo una estrella de la suerte, y los que
recibieron un regalo del cielo (como una lotería, un encuentro fatídico, o bien
una cura inexplicable).
En el análisis del factor suerte, este permite establecer que
existen dos tipos de suerte: la pasiva (para ganar la lotería) y la
psicológica, que surge como resultado de una decisión volitiva, que es una
formulación consciente de una posición personal. El segundo tipo de
suerte se puede renovar, y se denominaría suerte a largo plazo.
Ambos tipos de suerte tienen cinco componentes: un encuentro
oportuno (la persona adecuada en el momento adecuado), información clave que
resultó ser el camino, apertura a lo nuevo (la posibilidad de obtener una
experiencia positiva), una solicitud inesperada, y un evento que cambia la vida
que interrumpe el curso normal de la vida.
Para prolongar la buena fortuna, es necesario preparar el
terreno en el que las semillas de oportunidades favorables puedan desarrollarse
y fortalecerse. Esto se puede hacer sólo si se dominan las siguientes
cuatro actitudes.
Establecer una tarea en función a la elección de valores y
normas personales que hacemos. Abrirse al mundo dirigiendo la energía en una
dirección determinada. Explotación fallida o reciclaje de contratiempos inesperados.
Convertirse en un talismán para los demás, cuando la suerte son otros.
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