¡Pareja, el viaje más bonito es el que
se hace juntos!
El
fenómeno de la habituación en el cerebro.
Cuando iniciamos una
relación romántica, una avalancha de moléculas de placer y bienestar inunda
nuestro cerebro. Estamos literalmente sobre una nube de oxitócina, serotonina,
dopamina... ¡Una auténtica droga!
Pero después de unos
meses o años, esta euforia disminuye notablemente. Nos sentimos menos
"adictos", menos impacientes por encontrar al otro. Éste es el
fenómeno de la habituación.
De hecho, el cerebro se
acostumbra gradualmente a una fuente de placer y se vuelve menos sensible a
ella. Por eso el entusiasmo inicial se desvanece con el tiempo. A nivel
neuronal, los receptores de dopamina se regulan negativamente en presencia
crónica de dopamina.
Se vuelven menos
sensibles y reactivos a esta molécula de placer y motivación. Resultado: nos
sentimos menos motivados, menos impacientes por ver a nuestra pareja.
Es un mecanismo natural
que permite al organismo mantener un cierto equilibrio interno. De lo
contrario, ¡estaríamos en escasez permanente! Pero en la pareja, esto significa
que debemos renovar constantemente las fuentes de placer para “sorprender” al
cerebro y estimular una vez más la secreción de moléculas del bienestar.
Afortunadamente,
nuestro cerebro también tiene una plasticidad extraordinaria. Incluso si los
comienzos son los más intensos en emociones, es completamente posible cultivar
una complicidad duradera creando nuevos momentos mágicos, celebrando rituales y
complicidades.
Ciertamente,
probablemente nunca recuperaremos la intoxicación de los primeros meses. Pero
podemos alcanzar otro nivel de conexión aún más rico: el de un amor maduro,
profundo y sereno que trasciende los altibajos. Un amor hecho de pequeñas cosas
cotidianas y de una confianza inquebrantable.
El
cerebro se aburre cuando no hay nada nuevo.
El cerebro busca
constantemente estímulos. Sin embargo, una relación establecida desde hace años
suele ofrecer muy pocas sorpresas. Los hábitos se establecen, las discusiones
se repiten, la rutina mata el placer. Como resultado, el cerebro entra en modo
de "ahorro de energía".
De hecho, nuestro
cerebro es naturalmente vago. Si ya tiene la información necesaria para
predecir el futuro, dejará de prestar atención. Esto explica por qué nos
"apagamos" fácilmente cuando nuestra pareja nos dice algo que ya
sabemos.
El cerebro necesita lo
inesperado para mantenerse alerta y secretar neurotransmisores de placer como
la dopamina. Pero la duración tiende a matar la espontaneidad. Nos sabemos de
memoria las reacciones de los demás, sus opiniones, sus intereses.
Entonces es difícil que
el cerebro se excite, ¡por falta de descubrimientos y sorpresas! Por eso es
fundamental cultivar nuestra curiosidad como pareja explorando nuevos intereses
y compartiendo nuevas experiencias.
El aburrimiento es el
peor enemigo de la libido y la excitación intelectual. Afortunadamente, existen
muchas soluciones: fines de semana improvisados, actividades originales, juegos
traviesos... ¡Sorprende a tu pareja y a ti mismo! Tu cerebro te lo agradecerá.
El
sistema de recompensa del cerebro y cómo estimular la liberación de dopamina.
En el corazón del
cerebro se encuentra el sistema de recompensa, la sede de la motivación y el
placer. ¿Su combustible? ¡Dopamina! Esta molécula actúa como una señal de
recompensa intrínseca.
Cuando el cerebro
detecta la posibilidad de una recompensa (ya sea alimentaria, sexual,
intelectual o social), ¡listo! libera dopamina. Esto a su vez activa el sistema
de recompensa, lo que crea una sensación de placer y motivación.
Como pareja, las
interacciones íntimas inicialmente tienen un poderoso efecto gratificante. Pero
con el hábito, la dopamina se vuelve menos presente. ¿Entonces lo que hay que
hacer?
En primer lugar, céntrate en el elemento sorpresa.
Un regalo inesperado, un fin de semana romántico... ¡Los pequeños detalles
aumentan la dopamina!
Luego, cultiven la
novedad explorando juntos nuevas actividades, lugares o ideas. La novedad
estimula el cerebro.
Por último, deléitese
con placeres cotidianos sencillos, como juegos, masajes, deportes... La
consistencia de los pequeños placeres cotidianos ancla la secreción regular de
dopamina.
Entonces, al combinar
sorpresa, novedad y coherencia, puedes “dopaminar” tu relación a largo plazo. Y
esto es sólo el comienzo, ¡existen muchos otros consejos para darle vida a la
llama!
Ahora, profundicemos en
algunos problemas concretos vinculados a esta caída del deseo y sus posibles
soluciones:
Problema:
libido reducida y pasiones compartidas
Con la práctica, las parejas notan un creciente
desinterés por su vida sexual y sus actividades como pareja. La llama se apaga
lentamente por falta de combustible.
Posibles causas:
- Falta de nuevas funciones.
- Estrés diario
- Rutinización de la vida amorosa.
- Problemas de comunicación
- Fatiga o problemas de salud.
Soluciones:
- Meditar y consultar empatizando, te aportará
soluciones reales a tus problemas específicos.
- Habla de tus fantasías y deseos profundos.
- Ritualiza las reuniones semanales solo para ti
- Planifique fines de semana de descubrimiento lejos
de la vida cotidiana.
- Compartir actividades que acerquen a las personas:
deporte, yoga, danza...
Problema:
Sensación de soledad en la pareja
Incluso rodeado de tu otra mitad, puedes sentir una
gran soledad emocional, con la impresión de no comprenderte realmente a ti
mismo.
Posibles causas:
- Mala comunicación de necesidades y emociones.
- Divergencia de intereses a lo largo del tiempo.
- Distancia de los sueños del principio, de los
ideales comunes.
- Dificultad para dedicar tiempo a los demás.
- Falta de empatía y escucha.
Soluciones:
- Exprese claramente sus sentimientos durante las
reuniones individuales.
- Sacar fotos o letras de los inicios para revivir
el recuerdo.
- Tomar descansos durante la semana para pasar
tiempo de calidad.
- Establecer objetivos comunes que vuelvan a unir
- Mostrar mayor generosidad en los intercambios.
Problema:
Traiciones e infidelidades
Uno u otro le es
infiel, por falta de excitación en la relación. O considérelo seriamente, una
señal de que la llama parpadea peligrosamente.
Posibles causas:
- Falta de pasión y seducción en la pareja.
- Miedo a envejecer, búsqueda de emociones fuertes.
- Crisis existencial personal
- Adicto al sexo y las conquistas.
- Venganza tras una gran decepción.
Soluciones:
- Diálogo franco sobre las frustraciones de cada
parte.
- Meditación en pareja para restablecer lo básico
- Dale tiempo a tu vida personal además de a tu
relación
- Deja de dar por sentado a los demás a diario
- Reconectar con gestos de ternura y cariño sincero.
- Remedicalizar el deseo cultivando nuevos rituales
íntimos.
Problema:
Argumentos y críticas hirientes
Los reproches, las
burlas y las mezquindades se multiplican, debilitando la estima y la
complicidad. Estamos menos inclinados a recibir a los demás con gentileza.
Posibles causas:
- Pérdida de consideración y admiración.
- Resentimientos acumulados en el tiempo
- Estrés y fatiga que provocan irritabilidad.
- Miedo a los demás y retraimiento en uno mismo.
- Crisis de identidad personal
Soluciones:
- Vuelve a lo básico: recuerda las cualidades
iniciales de la pareja.
- Reconectar con la ternura en los gestos y la
comunicación.
- Acoger las críticas sin tomar represalias,
reaccionando con empatía.
- Expresa tus sentimientos con "yo" en
lugar de "tú" acusatorio
- Consultar para aprender a gestionar los conflictos
y el estrés.
Las relaciones largas
son un desafío constante que requiere mucho esfuerzo y cuestionamiento. Pero
recordemos lo principal: el amor es una elección.
Elige cada día para
volver a encantar la relación explorando lo mejor de ti y del otro. Cultivando
la curiosidad en lugar de la comodidad. Aventura más que costumbre. Más risa
que queja.
La felicidad depende
más de nuestra perspectiva que de los acontecimientos mismos. ¡Así que abramos
bien nuestros ojos y nuestro corazón! Tu pareja puede ser tu mayor misterio por
resolver. La fuente más cercana de alegría. Todo un mundo por explorar… si decides
aventurarte allí nuevamente.
Busquen el coraje y sumérjanse en su amor. Aprenderán
a redescubrirse a si mismos, a domarse e ilusionarse de nuevo.