Los Extraños
Si intentamos encontrar una fórmula para el
amor, para que la atracción quede palpable en el aire, hemos de asumir como un
algoritmo matemático, todas las acciones y reacciones que debemos esperar de
nosotros y de esa persona.
Al principio y a veces al final somos o
seguimos siendo extraños, aunque no lo queramos asumir con cierta frialdad,
estos fenómenos no resultan del todo casuales.
Algunas relaciones intensas, que son
profundamente románticas, desembocan en una relación muy sufrida y finalmente
después de alguna vicisitud asumimos que no salió bien. Y enseguida asumimos
que esa persona extraña es la culpable de nuestras penurias, traumas y miedos
que giran en torno al amor. Desafortunadamente ese tipo de persona extraña y
aunque ya es ajena, suele resultar como el extraño eterno para tu círculo, y
hasta resulta posible que podrás seguir contando con ella.
Sin embargo, en algunas rupturas, los hay que
piensan que tan solo son interrupciones temporales y aprovechan
todas las oportunidades para poder encontrarse nuevamente, y
volviendo a reincidir en exigencias, no asumiendo la finalización de la
relación.
También se cruzan en nuestra vida ese otro
tipo de persona que estimamos era nuestra alma gemela, de esa que nos acordamos
y nos sentimos vivos, ese tipo de persona extraña que cuando nos preguntan por
ella, evadimos cualquier explicación, irrumpiendo un silencio tan profundo, y
tan equiparable al orgullo que le tenemos.
En la mayoría de las ocasiones ese conjunto
de personas, una a una podemos incluso adjetivar, como la persona extraña
amiga, o enemiga, la extraña desorientada, o desubicada, la extraña
cautiva, libre o eterna.
Con el tiempo el algoritmo del amor, siempre
aparecen los números complejos, y alguna coletilla como adjetivo por muy
extraño que nos parezca siempre nos queda.
creo
que tenéis razón
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo
(Mario Benedetti-* fragmento La Culpa es de uno)
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