Crítica y fluidez
Todos los gobernantes o
cargos electos, que sean meritoriamente nobles, deberán someterse a la crítica,
siempre que se recurra, a la publicidad y cuando no le guste, podrán optar por
la magnificencia de tener talento, para sintetizar el dominio de la luz, sin
necesidad de recurrir a efectivísimos falsos y si le resulta subyugante, como un
rompecabezas, que no amenace, que se vaya, dado que podrá superar en la
intimidad la brillantez de sus ideas sin reproches públicos.
Para saber apreciar, honradamente
la sana critica, y que no tiene más valor que el personal, sabremos que ese
valor aumenta con la rectitud y dominio del asunto tratado, debiendo
presentarse con la cortesía y la buena crianza que exigen.
Con sabiduría, hemos de
entender y apreciar las distancias naturales que existan, o puedan producirse, y
medirse con suma delicadeza, criterio y justicia. Sin partir de hechos falsos,
ni adorar a incautos ídolos, que pueden resultar igual de quebradizos.
Admitir la crítica, es
un alarde de luz y de gracia, que contrasta notablemente sobre cualquier
brillantez supeditada al capricho, a la ambición, a la soberbia de esta o de
otra entidad, es pensar que quien noblemente expone su criterio, malo ó bueno,
razonado o no, ha de tener siempre sobre si levantada la espada cesárica de
cualquier ilustrado cuya fama proviene de otros interesados desafueros, en
estos tiempos que tanto se alardea de la fluidez de libertad.
Avatar, La crónica de la naturaleza, comienza con el fin de la imaginación.
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