La gratitud de las edades
Hemos de saber, con
sabiduría, que la eterna gratitud de las edades, es el único lazo que une a las
almas, las levanta del polvo de la tierra y las acerca con un sentimiento
fecundo y multiforme. Provocando una irrevocable indignación, que convierte y
produce elevar los pensamientos al cielo, a despecho del cuerpo.
Es preciso, cuando se
trata de hacer un descubrimiento importante, que entre los límites socialmente
inteligibles, de nuestra imaginación, procuremos con el tiempo, que lleguen y
penetren en el entusiasmo, dado que el entusiasmo, comunicará con toda la
fuerza de atención apasionada, como si tallase la propia memoria, con la inducida
y propia sagacidad investigadora, cuya sutileza de órganos y de sentidos, son
absolutamente necesarios, en la higiene del alma, que tan prácticos son, para
estudiar los fenómenos de la naturaleza.
Observar mucho y bien y
por mucho tiempo, es por consiguiente, una de las condiciones de la
imaginación, y sin caer en nebulosidades, se puede demostrar que con
imaginación, siempre se puede esperar algo, y sin ella nada.
El entusiasmo se templa
con la razón y por el buen sentido, sin embargo la imaginación excita y te da
alas; al final el juicio sobrepasa, examina, modifica y después la experiencia
confirma.
La imaginación es una
esencia mágica, que ve lo que es y lo que puede ser, y es semejante al espacio
y el tiempo, conteniendo con los hechos y las ideas, lo cierto y lo posible,
las verdades conquistadas y las presentidas. Dado que es tener un poder de
inventar, que también reúne el de fecundar con paciencia, disponer con
sabiduría, y coordinar con habilidad.
Siempre es preciso que se unan dos verdades para producir una tercera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario