El arte reflectivo
El primer deber, de toda
persona integrada, interesada y conocedora del mundo del arte, es adaptarse, e
intentar dar, de cualquier forma, trascendencia práctica y humana, á la
concepción íntima y personal, de su obra, aspirando a mantener siempre, el
instinto de concebirla, y sentir sobrehumanamente, sobre ella, porque el individuo
que es artista, conserva sus propias fuentes y una autonomía social, pero
solidaria.
A lado de los extravíos
de la ciencia, el artista, no debe trabajar, para una clase social
privilegiada, ni para un agregado social, que el tiempo y las vicisitudes históricas,
deformaran su consolidación, la labor ante todo debe de ser humana,
humanizadora del hombre para el hombre.
Su obra debe crear, para
satisfacer una necesidad social y perennizar su obra virtualmente, haciéndola viva,
con poder generador en la mente de otro artista. Donde la actividad estética, mantendrá
dos fases como todo acto psicológico, una objetiva y otra subjetiva, donde se
emplearan en un acto de creación y en otro acto de recreación.
La fase objetiva
expresara orden al público, y la fase subjetiva al artista, donde la actividad supondrá
una representación y una emoción, es un proceso mental y otro emocional, sólo
que en el primero la emoción surge por imitación simpática, donde la representación
es puramente reproductiva y en el segundo la representación debe ser constructiva
y la emoción original.
Paralelamente, también
resulta posible llegar a interpretar, que el carácter de algún artista extravagante,
en su momento, pueda definirse como subjetivo y caprichoso, pero esto nunca se
clasificaría ni se justificaría, contemporáneamente en la anormal forma reflexiva
que adoptan algunos círculos de personas, que improvisan controlar y disponer del
arte, sin sentirlo, a su entender y raciocinio, donde prefieren otorgar simulación,
moldeando y trivializando, las circunstancias; cuando ellos mismos se deberían
imponer deberes de concepción y ejecución artística, sin embargo, al final, al
artista lo terminan sometiendo a una célula cadavérica e inútil.
La fuerza emotiva, contiene el caudal de representación, que la memoria conserva.
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