El límite naranja
El diferente e
indistinto placer de besar labios semejantes, puede hacerte llegar a la
satisfacción potente y plena de un acoplamiento verdadero, absoluto, que podría
alegrar nuestros espíritus, equilibrar todo nuestro ser, hasta constituir una compensación
dichosa, a los azares de la vida, sin embargo, podrían ser hoy tinieblas de
pesadilla, que obsesionan y entumecen, paralizan, y encauzan nuestras vidas, no
por un sendero polvoriento, sino por un pasillo estrecho, tan estrecho, que las
paredes arrimadas, tocan nuestros hombros y por el cual caminaríamos ya
angustiados sin noción, ya de que, existen campos, nubes y aire libre.
Con todo lo expuesto, es
preciso, tener conciencia y modificar mucho el espíritu mezquino y el deficiente
método de actuación y de alguna inserción con protagonismo político en las
celebraciones propias de la sociedad actual.
Ignoro, y me cuestiono,
ya por otro lado, si el orgullo no debe existir.
-¿Qué hacer? Pues muy sencillo: destruir todos
los prejuicios de moralidad. Y aunque
parezca extraño, se resuelve un conflicto de estomago; pudiendo modificar la
conciencia, a los nuevos protagonistas, donde se observo, que quebrantaban las
convicciones con su contradicción, aún así, estando oscurecidos y con gran sagacidad,
presentándose con utópicos e interesados ideales ajenos, a ellos mismos, e
intrigando populares y artificiales clamoreos de esa conducta mezquina de su
propio espíritu, y desde luego con la corrección, mejorarían en mucho, el
estado angustioso actual, en el que todas esas ramificaciones de sus vidas que están
cohibidas, abrumadas por ese límite naranja y nuestro instinto sexual.
El alma en los labios , nos hace entrar en la pura y serena corrupción.
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