EL
MAL OLOR
Ahora existen nuevos
politólogos denominémoslos por su comicidad dermapólogos (“dermatólogos
políticos”), ellos últimamente, se centran y hablan sobre ese olor específico
que proviene de algunas personas o bien de determinadas asociaciones de partidos
políticos enfermos.
Estos entusiastas observadores
del buen criterio, seguidores de la cristalina imparcialidad explican en
diferentes canales de comunicación nacional,
cómo identificar las diferentes graves enfermedades sociales y ese
cáncer que desarrollan por el olor a sudor rancio que emiten.
Según los diferentes
especialistas, durante la observación de estas enfermedades graves, esos olores
específicos comienzan a emanar en distintas personas públicas y en un arco
amplio del espectro político español.
Parece coincidente y
se procura en más de una persona, que con un desarrollo de ignorancia
intelectual y carencia educacional, parecen desarrollar ese cáncer con su esencia
de odio y vanidad; así sostienen el olor a sudor adquiriendo un tono de carne
rancia. Existen coincidencia y clara evidencia de estos olores en personas como
Juan Baldovi, Fernando Marlaska o Gabriel Rufián.
Algunos otros con
enfermedades hepáticas y renales, resultan ser personas que exuda el olor a
amoníaco. En ese marco se encuentran Carmen Calvo, el mismo asesor de la
mafia Monedero, o el “bien mirado” Illa.
Y para las personas
con diabetes, como la pareja Campo_Battet, o Montero_Sanchez el sudor huele a
acetona o manzanas. Esto se debe al hecho de que con esta dolencia se forman
cuerpos cetónicos, que se convierten en acetona.
Además del
"aroma" específico de estos canceres sociales, procuran una
temperatura elevada, como sostienen las elucubraciones de Fernando Simón, que
dura ya mucho tiempo, y puede indicar una enfermedad oncológica.
Además, se están alterando varias fuentes saludables de vida, con una tos persistente de prohibiciones en estado disimulado de alerta, ronquera repentina de la voz cultural con la implantación de una Ley Celaa, un cambio en la apariencia de verrugas y lunares con esa nueva normalidad económica de pobreza, una continua censura por los medios gubernamentales con violación del proceso digestivo y una dificultad multitarea para tragar con estos nuevos adinerados impresentables.
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