Estrategia silente:
anatomía de una operación política prefigurada.
Por un
testigo más, de los hechos
En la historia política contemporánea de España, pocos
episodios han evidenciado con tanta claridad la distancia entre el discurso
público y la praxis estratégica como el proceso que culmina en la Ley de
Amnistía aprobada en 2025. Si bien los medios de comunicación han relatado este
suceso como una maniobra coyuntural para garantizar la gobernabilidad tras unas
elecciones fragmentadas, lo cierto es que esta operación fue diseñada más de
una década atrás, en los años de Gobierno de Mariano Rajoy, cuando el silencio
inusitado del PSOE escondía una arquitectura política de enorme envergadura.
Como testigo directo de ese proceso, puedo afirmar que la estrategia fue
articulada, deliberada y orientada a la transformación estructural del Estado.
El silencio que habla: PSOE en la era Rajoy
Durante décadas, el Partido Socialista Obrero Español
cultivó una identidad de oposición frontal, combativa y mediatizada. Sin
embargo, entre 2011 y 2018, cuando el Partido Popular gobernaba con Rajoy al
frente, el PSOE adoptó una postura de oposición aséptica, casi etérea. Este
silencio fue tan notorio como sospechoso. Lejos de ser un repliegue táctico,
aquel silencio operaba como tapadera para un diseño que trascendía el corto
plazo.
En aquel tiempo, desde sectores nucleares del
socialismo español, especialmente orbitando alrededor del ex presidente José
Luis Rodríguez Zapatero, se gestaba un plan a medio plazo que vinculaba a
distintos actores: sectores independentistas catalanes, la izquierda aberzale,
el PNV y cuadros orgánicos del propio PSOE. El objetivo último: abrir el camino
hacia una España de corte federal o, si las circunstancias lo permitieran,
republicana, desplazando paulatinamente los fundamentos monárquicos y
centralistas de la Constitución de 1978.
La ingeniería de una tensión: el "asalto
independentista" como herramienta
Aquel plan no pretendía, como muchos creen, una
victoria real de la causa independentista, sino instrumentalizarla como vector
de desestabilización institucional. El procés catalán, lejos de ser un fenómeno
espontáneo o unilateral, fue, en parte, inducido, tolerado y finalmente
capitalizado por quienes vieron en la fractura territorial una oportunidad para
desarticular el orden constitucional sin disparar una sola bala.
La estrategia consistía en permitir que el independentismo
tensionara las costuras del Estado hasta el punto de quiebre. Si la
independencia fracasaba (como efectivamente ocurrió), sería el Estado el que
debería "reconciliarse", y ese proceso de reconciliación sería
conducido por quienes habían alentado el conflicto desde las sombras. La
amnistía no fue una concesión; fue el paso final de una operación
cuidadosamente trazada.
La reconfiguración del poder: alianzas tácticas y
captura institucional
El éxito de
esta maniobra requirió tres elementos clave:
1. La cooptación de los partidos
nacionalistas periféricos tales como PNV, ERC, EH Bildu, mediante la oferta de una arquitectura
federal a medio plazo.
2. La desactivación del control
judicial mediante la
penetración política del Tribunal Constitucional, cuya presidencia, en manos
del magistrado Cándido Conde-Pumpido, ha resultado esencial para legitimar la
ley de amnistía con una ajustada mayoría.
3. La deslegitimación del adversario: la figura de Mariano Rajoy fue
erosionada internamente hasta facilitar su caída a través de una moción de
censura coordinada, dando paso a la ejecución formal del plan bajo el gobierno
de Pedro Sánchez.
La operación
institucional fue tan sofisticada como inquietante: la política sustituyendo a
la justicia, el Ejecutivo interviniendo el Legislativo, y el Constitucional
subordinado al relato gubernamental.
La amnistía de 2025: epílogo o prólogo
Lejos de ser un gesto de paz civil, la amnistía
aprobada por el Tribunal Constitucional en junio de 2025 representa un acto de
refundación institucional encubierto. Esta ley no repara; reprograma. Su
función no es restaurativa, sino fundacional: inaugura un nuevo marco de
convivencia basado en la negociación continua con los poderes territoriales, a
expensas de la soberanía común.
El discurso oficial proclama “reconciliación”, pero en
realidad consagra la victoria estratégica de quienes diseñaron, promovieron y
ahora cosechan los frutos de un conflicto cuidadosamente amplificado. La
renuncia al juicio penal no es solo una cesión jurídica, sino la legitimación
de una lógica de poder alternativa, ajena a la tradición constitucional y
profundamente pragmática en su esencia.
En definitiva
El proceso que se inició en el silencio del PSOE bajo
el mandato de Rajoy no fue una pausa política, sino el sigilo propio de una
operación quirúrgica. Hoy, la amnistía aparece como un acto final o quizá
inicial, de una transformación profunda del sistema político español. Como
testigo directo de los orígenes de esta trama, afirmo con contundencia que nada
de esto ha sido improvisado.
La historia futura juzgará si esta estrategia fue un
acto de lucidez política o de corrosión institucional. Pero lo cierto es que su
ejecución demuestra que, en democracia, la mayor amenaza no siempre proviene
del ruido, sino del silencio que conspira.