Euro
digital: riesgos, sobornos y supresión de libertades
La digitalización del
dinero, impulsada desde instancias financieras y tecnológicas bajo el paraguas
de las CBDC (monedas digitales de banco central), se presenta como progreso:
eficiencia, inclusión, trazabilidad. Sin embargo, bajo esa apariencia de
modernidad se fraguan transformaciones estructurales en la relación entre el
ciudadano y el poder: centralización del control, pérdida de anonimato y
dependencia total de infraestructuras privadas y estatales. El euro digital del
BCE se anuncia como “respuesta” a la digitalización de pagos; en la práctica,
puede devenir ,si no se limita, en un instrumento capaz de condicionar derechos
económicos y civiles. European Central Bank
Vulnerabilidades
técnicas: la fragilidad como propiedad del sistema
Un euro digital
requeriría redes de telecomunicaciones, suministro eléctrico continuo, centros
de datos centralizados y proveedores tecnológicos concentrados. Esa
arquitectura no es neutra: la dependencia energética y de comunicaciones
convierte los pagos en objetivos vulnerables a fallos, sabotajes o apagones.
Las advertencias del BIS sobre los riesgos de concentración y los puntos de
fallo sistémico son concluyentes: una red única aumenta dramáticamente el
impacto de un ataque exitoso. En un escenario de fallo generalizado, la
población sin efectivo quedaría desprovista de medios de subsistencia básicos. BIS
La evidencia empírica
reciente refuerza esta lógica: en 2025 se han producido ataques masivos al
ecosistema cripto (robos por más de $2.17 bn en la primera mitad del año), lo
que demuestra la enorme atracción que generan los activos digitales y la
facilidad con la que actores hostiles, incluyendo estados, pueden concentrar
daños a gran escala. Un euro digital centralizado se convertiría en un blanco
aún más suculento y sistémico. Chainalysis
El
soborno de la conveniencia: eficiencia a cambio de control
Los argumentos a favor
del euro digital se centran en conveniencia: pagos instantáneos, menores
costes, inclusión. Pero esa conveniencia es un soborno: acepta ventajas
puntuales a cambio de renunciar a un bien colectivo irremplazable, el anonimato
monetario, y a la autonomía frente al Estado y a proveedores. A diferencia del
efectivo, una CBDC puede programarse: imponer límites, caducidad, restricciones
de uso, o bloquear transferencias por motivos políticos o administrativos. El
BCE mismo admite que el diseño y las limitaciones son una decisión política y
técnica: la cuestión es quién decide y con qué salvaguardas. European Central Bank
Convertir el dinero en
“licencia digital” es desplazar la propiedad hacia una concesión: el titular
real de la moneda deja de ser el ciudadano para convertirse en el sistema que
regula accesos y usos.
Ciberdelincuencia
híbrida y violencia real: la nueva normalidad
Los hechos recientes en
Francia son una muestra brutal de cómo el “delito digital” se hibrida con la
violencia física para forzar transferencias en activos digitales. En 2025 han
sido documentados secuestros y tentativas dirigidas a empresarios y familiares
del ecosistema cripto; en enero un cofundador de Ledger fue secuestrado y
sufrió la amputación parcial de un dedo; en meses siguientes se produjeron
intentos y secuestros vinculados a exigencias de rescate en criptomonedas. Las
investigaciones han identificado varias decenas de imputados y, en junio, la
detención de un presunto coordinador de 24 años en Marruecos, buscado por
Interpol. Estas operaciones combinan doxxing, exfiltración de datos, chantaje y
violencia física para garantizar pagos rápidos y en activos difíciles de
rastrear sin cooperación internacional. Reuters+1Le Monde.fr
Este fenómeno muestra
que la digitalización del valor no reduce la brutalidad del crimen: la
transforma y la hace más eficaz. Si la economía entera se mueve sobre una
infraestructura controlada centralmente, la capacidad delictiva y coercitiva se
multiplica: ya no hace falta efectivo en la mano si se puede obligar a
transferir de forma inmediata y trazable (hasta que se blanquea o se mezcla el
activo).
Narrativas
de legitimación: miedo para imponer control
Las autoridades
seguirán usando discursos funcionales para imponer la desaparición del
efectivo: lucha contra el crimen, inclusión financiera, razones sanitarias o
seguridad nacional ante ciberataques. Parte de estas narrativas tienen sustento
técnico, pero sirven, sobre todo, para legitimar medidas que limitan derechos.
Durante la pandemia se empleó el miedo sanitario para desalentar el uso de
billetes, pese a que la evidencia científica sobre transmisión por efectivo fue
débil; la memoria de esas prácticas abre la puerta a repetir el patrón con
nuevas excusas. European Central BankOrganización Mundial de la Salud
Cuando la urgencia se
convierte en norma, el poder adquiere herramientas permanentes: controles de
flujo, bloqueos selectivos, condiciones de gasto. El “soborno” de la conveniencia
se completa con la coacción institucional: acepta menos libertad por más
seguridad aparente.
Riesgos
económicos y sociales: de la exclusión a la dependencia
La instrumentación del
dinero mediante lógica programable significa que el Estado o el operador
técnico podrán condicionar la disponibilidad del ingreso: tope de gasto,
caducidad de ayudas, restricciones por comportamiento. Esto no es una hipótesis
distópica: es una posibilidad técnica real que coloca al ciudadano en situación
de dependencia, susceptible de exclusión por fallos, errores o decisiones
discrecionales. Además, la migración de depósitos a la CBDC puede
desestabilizar la intermediación bancaria, con consecuencias sobre crédito y
empleo. BIS
La
dimensión juvenil del crimen: reclutamiento y descomposición social
Las investigaciones
judiciales muestran la participación de personas muy jóvenes (varios imputados
entre 16–23 años) en estas redes violentas. El crimen digital-violento se
alimenta de jóvenes reclutados por promesas de ganancias rápidas, acceso a
redes oscuras y la explotación de datos expuestos en internet. La respuesta no
puede ser exclusivamente técnica: exige políticas sociales, educativas y de
prevención del reclutamiento criminal en entornos digitales.
Lo
propio: defender el efectivo como defensa ciudadana
El euro digital no debe
analizarse sólo como herramienta técnica. Es, en esencia, una decisión política
sobre cómo se regula la vida económica de la ciudadanía. La experiencia de 2025
, hackeos masivos a plataformas, robos de miles de millones y la violencia
física dirigida a forzar pagos digitale, confirma que la digitalización
magnifica riesgos si se concentra el control. Frente a ello, el efectivo no es
una reliquia: es la última garantía de autonomía individual y resiliencia
social.
Negarse a aceptar un
euro digital mal diseñado no es rechazo al progreso: es exigir que cualquier
proyecto de CBDC venga acompañado de límites constitucionales, garantías
judiciales, preservación del efectivo y políticas sociales que reduzcan las
causas del crimen. Defender el derecho al efectivo y la prohibición legal de
usos programables que permitan la subordinación ciudadana es defender la
condición de ciudadano frente a la tentación de convertir el dinero en
herramienta de control estatal.
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