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martes, 5 de agosto de 2025

Lula da Silva: De salvador popular a arquitecto de una nueva represión... Si te preguntan


 

Lula da Silva: De salvador popular a arquitecto de una nueva represión

Luiz Inácio Lula da Silva, figura emblemática de la izquierda latinoamericana, vuelve al poder en Brasil en un contexto de polarización política profunda. Su retorno, sin embargo, lejos de significar una renovación democrática, ha evidenciado patrones de autoritarismo, manipulación institucional y venganza política. Apoyado por redes ideológicas como el Grupo de Puebla y figuras como Cristina Kirchner, Lula ha convertido la persecución de sus adversarios, en especial Jair Bolsonaro, en el eje central de su estrategia de poder.

El primer mandato de Lula: ¿verdadera transformación o espejismo progresista?

Aunque en su primer mandato Lula fue celebrado por sus políticas sociales y crecimiento económico, estos logros fueron opacados por escándalos de corrupción como el “Mensalão” y más tarde el “Lava Jato”, que revelaron una estructura institucional penetrada por redes de soborno y clientelismo. Fuentes extraoficiales provenientes del mismo entorno del Grupo de Puebla apuntan que Lula habría instrumentalizado casos de corrupción en Perú, como el de Odebrecht, para desviar el foco de atención de los escándalos que asolaban a su gobierno, protegiendo así su figura ante la opinión pública regional.

La mano del Grupo de Puebla: cooptación judicial y venganza política

Actualmente, Lula lidera un gobierno alineado ideológicamente con el Grupo de Puebla, un colectivo que ha mostrado una peligrosa tendencia a influir en los sistemas judiciales de varios países para neutralizar a opositores. En el caso de Brasil, la ofensiva contra Bolsonaro, quien ahora se encuentra en arresto domiciliario por órdenes del juez Alexandre de Morais, parece menos un acto de justicia que una vendetta cuidadosamente orquestada. Como indica el documento compartido, Bolsonaro fue silenciado por una supuesta violación de redes sociales en un contexto de protestas masivas a su favor. ¿No se trata acaso de una peligrosa represión del disenso político?

El autoritarismo judicial: el nuevo rostro del progresismo brasileño

El caso de Bolsonaro ha puesto en evidencia el uso discrecional de la Corte Suprema bajo el gobierno de Lula. El juez Morais, sancionado incluso por el gobierno estadounidense por “violaciones de derechos humanos”, ha actuado como brazo judicial del Ejecutivo. Se ha llegado al extremo de prohibirle a Bolsonaro el uso de celular, la recepción de visitas, e incluso la expresión pública, todo ello en un país que presume de ser una democracia vibrante. Esto no es justicia; es una purga política disfrazada de legalidad.

Un gobierno al servicio de la ideología, no del pueblo

Lejos de resolver los problemas estructurales del país, Lula ha centrado su energía en consolidar su control político e ideológico. Brasil experimenta hoy una inflación creciente, deterioro de servicios públicos y crisis institucional. Las decisiones económicas parecen responder más a compromisos ideológicos que a un plan técnico sustentable. Mientras tanto, el encarcelamiento selectivo de adversarios, el debilitamiento del Estado de Derecho y el uso de la narrativa antifascista como coartada para la represión son señales claras de que el país va camino a una nueva ruina política.

Lula, el retorno de un caudillismo reciclado

Lula no debería presidir nuevamente Brasil. Su retorno ha significado la reinstauración de una lógica de poder que usa la justicia como arma, el discurso de inclusión como tapadera y la represión como método. El país necesita una refundación democrática, no el reciclaje de liderazgos que, bajo el pretexto de combatir a la extrema derecha, han terminado socavando las libertades fundamentales. El caso Bolsonaro, más allá de su figura, simboliza la fragilidad del sistema frente a un proyecto autoritario disfrazado de progresismo.


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