“nosce te
ipsum” - conócete a ti mismo
En el frontón del Templo de Delfos, se podía leer la siguiente frase: nosce
te ipsum, cuyo significado es, conócete a ti mismo, y es que los grandes pensadores
de todos los tiempos, han tenido siempre, un mismo empeño, de moralización, con
el cual, se agita siempre la humanidad entera.
Reconocemos, que no es nada tan sencillo, como determinar, con absolución,
la condición intelectual y moral de un hombre.
Así que con gran facilidad, la gente expresa sus propios criterios, llegando
a decirse y donde escuchamos comentarios como: “Esta loco o está en su cabal
juicio”. “Cuanta aberración en este entendimiento”. “Esta apasionado”. ”¡Qué
afectos o sentimientos desordenados!”.
Y de estas maneras, tan indiscretas, la
sociedad entera murmura, donde tanto los moralistas, como los teólogos, bien los médicos, o los psicólogos, en sus propias parcelas, procuran una determinación con justificación y así mismo disponiendo de los diferentes
tribunales de justicia, imponen la correspondiente pena, considerándose competentes,
para conocer de estos estados.
Y sin embargo después del fallo, o bien por arrepentimiento o por el sentimiento de aflicción, donde la duda invade su alma, les impedirá del mismo modo, afirmar que todos los infelices, que aparecían con culpa, gozaban de salud o estaban enfermos.
Y sin embargo después del fallo, o bien por arrepentimiento o por el sentimiento de aflicción, donde la duda invade su alma, les impedirá del mismo modo, afirmar que todos los infelices, que aparecían con culpa, gozaban de salud o estaban enfermos.
A pesar de esta dificultad, se falla siempre, con una seguridad inmensa sobre
la condición del ser inteligente, sin acordarse, de que es casi imposible, marcar
la línea divisoria, entre el que tiene y el que carece de razón, entre el que
obra con libre voluntad y el que en contra ella, es arrastrado a la realización
de un hecho.
Donde confundiremos con el enfermo, al hombre sano, y viceversa, con hechos
convenientes y racionales, otros seran indignos ó extravagantes y ridículos, donde podrá
aparecer, la derivada de perversión de las sensaciones externas, como
excitación de hechos intelectuales.
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