REFERENCIA APICE

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viernes, 4 de octubre de 2019

Estrecho de las lágrimas... Échame de Menos


Estrecho de las lágrimas

Existió una sabia clasificación teórica, pero también algo descontextualizada, con la actualidad, del insigne Adam Smith, creador de la economía política, que sigue coexistiendo también, con poéticas denominaciones, como la del Bad-el-Mandeb, efectuada por los árabes, al referirse a la entrada del mar Rojo.  

Normalmente, tenemos la tendencia y creemos, que la mejor clasificación de los objetos, es denominarlos, en superfluos y necesarios, esto, consiste y define, en no asignar utilidad a los primeros y concederla a los segundos.

Se nos dice, y parece ser, que las cosas menos útiles, son las que tienen más valor; pero estas circunstancias no prueban nada; varias son las circunstancias, que influyen notoriamente, en los cambios, que experimenta la valuación, o valoración de las cosas,  y singularmente son tres: que son su rareza, lo difícil de adquirirlas o elaborarlas, y la influencia de la moda.

Estas diferencias entre el valor útil y el inútil ó suntuario, las suelen distinguir los economistas, con los nombres de valor de uso y valor de cambio.

Mantendremos algún ejemplo, en su lejanía de aclaración, el agua, y los alimentos tienen un gran valor de uso, mientras que su valor de cambio, hace décadas resultaba insignificante, comparado con el primero. Sin embargo, los metales, las piedras, telas y maderas preciosas tienen un valor útil casi nulo, puesto que solo satisfacen una necesidad ficticia, al paso que su valor suntuario, puede resultar excesivo, por las causas que hemos indicados, como que escasean en la naturaleza, cuestan mucho extraer o de fabricar y se hallan favorecidos por la moda.

Sin embargo, la órbita de acción del hombre se ha ido ensanchado, en cuanto á las necesidades, no refiriéndome a lo que sólo sirve, para realizar ensueños de ilusoria grandeza, no aumentando ni un ápice nuestra comodidad, nuestras fuerzas, ni nuestros adelantos, la orbita se nutria de una inconsciente productividad sin valores de sostenibilidad. 

Ahora y siempre, es donde somos conscientes, que el lujo es vituperable siempre, resultando un consumo improductivo y siempre ruinoso, que en el orden individual y social sostienen, el móvil de la vanidad. Donde su causa, se puede regular por un trabajo productivo, donde se produzca una concurrencia al consumo.

También podemos seguir asegurando, sin temer a desmentidos, que en la balanza de la industria moderna, pesan mucho más los minerales raros, el hierro, y los derivados del petróleo, como polímeros y plásticos, que determinadas esencias de piedras y metales preciosos.

Y así, en la actualidad, conscientes de las interrupciones, en el orden de los ciclos climáticos, donde surgen las perturbaciones y así los miedos contenidos, dadas las prematuras enfermedades palpables, de contaminación en los sistemas naturales, y es cuando surgen las primeras declaraciones, para que los humanos, tengan lo suficiente para atender lo más perentorio, frente a la angustia y el desaliento, que esta porvenir, cuando devenga el fin del que así desconoce, lo más vulgares principios de la economía política.   


El mar como poder, es victima inocente, de la general disipación.

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