Samhain, el espejo del
alma.
Siempre se ha querido
conocer, los procedimientos para medir sensaciones, todas las culturas, han
incidido en ello, para los antiguos celtas, la celebración del Samhain, permitía
ensamblar, la línea que unía a los dos mundos, homenajeando los ancestros y
para determinados casos de fenómenos psicológicos, se utilizaban las máscaras
que ahuyentaban los espíritus malignos.
Sin embargo, en la estimada
medición, no pueden emplearse unidades de medida que resulten conocidas y
aplicables en todos los casos, ya que serian una sensación en extremo variable
y apenas puede conocerse, en los casos generales, ciertas constantes, no muy
precisas, y por tal causa se apela al sistema, utilísimo sin duda, de la comparación
de varias sensaciones, tomando como unidad la menor sensación, de cierta
especie perceptible, para un individuo.
Las propiedades del
alma, querer, sentir y pensar; se puede interpretar que son modos distintos de
ser, que se manifiestan aisladamente, o bien fases de una identidad indivisible;
aunque coincidiremos, que para su estudio es posible aislarlas, y en su
ejercicio jamás podrán hallarse separadas.
No obstante, las
manifestaciones de los hechos referentes, a las facultades intelectuales y
afectivas, se descubrirá abierto el campo, en el orden de la perversión, para
algunos enajenados; dado que la perversión en las propiedades del alma, puede
suceder de la siguiente forma:
Si afecta a la
voluntad; nace una necesidad contranatural; se perciben sensaciones, equivocas ó
falsas, y se realiza en la inteligencia el hecho más torpe, creyéndole conveniente
y licito.
Si se produce una falsa
sensación; se juzga con error, y nace una necesidad equivoca, inconveniente o
contranatural.
O bien, si se crea, por
último la inteligencia ideas falsas; forma juicios; percibe falsas sensaciones
y hace conocer necesidades que no están en relación con la manera de ser del común
de las gentes y de individuo afecto.
Hemos de considerar,
con naturalidad, que las manifestaciones previas, resultan de los desordenes
afectivos, que se anteponen a los demás, porque expresan las necesidades
instintivas de la fisonomía del alma.
truco o trato
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