Albedríos
Nunca cansaremos de preguntarnos, si está en nuestra mano, variar la disposición
del mundo, ya que parece que nunca estamos conformes con ella. Y también se nos
ocurre cuestionarnos, si tenemos derecho, para suponernos lo suficientemente
poderosos, hasta el punto de poder variar nuestra conducta, si vemos que con
ello nos conviene.
Siempre es la misma e idéntica
duda generacional que se esconde en esta sencilla pregunta …..¿Hay ó no hay
albedrio?
Pues advertiremos, que
se está negado, en el sentido total y absoluto
de aquellos, que afirman del dicho “querer es poder”, y que daban por supuesto,
que el querer es cosa libre.
Y sin embargo observaremos,
que sólo quienes llegan a cualquier plenitud o adquieren, por lo menos, perfección
relativa, sienten deseos de comunicar su saber.
Dado, que seguimos creyendo, que se consigue todo, lo que se quiere con
tenacidad; pero se admite, que la elección voluntaria dependerá, de miles de
cosas exteriores, ajenas a nosotros, que nuestro carácter, se modela según el
azar quiere, y de aquí ,que los primeros incidentes, de nuestra vida,
determinen el albedrio fatal, forzoso. Y que con apariencias de libertad, nos
hace proseguir el día de mañana.
Así que, con la sabiduría de la vida, imaginando que seamos esclavos
del tiempo, quedara por determinar si esa esclavitud será permanente y si nuestra
previsión, es tan amplia que puede considerarse como casi libertad, o si el camino
que nos condena el destino es angosto, sin esperanza de variación favorable, de
mejoramiento de la ruta fatal.
Siendo preciso para saber bien atenerse, abandonar las tendencias de
dar soluciones estrechas e invariables, abandonando las comparaciones, si los términos
no son homogéneos.
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