La Mandioca de Brasil
“Representamos un punto de inflexión a los ojos de los brasileños, un
momento decisivo en el que los sesgos ideológicos ya no tendrán cabida”,
declaró Jair Bolsonaro en un breve discurso
en Davos, ante una sala abarrotada, donde los presentes le aplaudieron
con indiferencia. “Nuestro lema es: ‘Dios por encima de todo’ “.
En todas las sentencias, sobre la sociedad conceptual, se comprende que
ciertos hombres, que se encausan en la política, estos resulten más místicos , que
racionalistas. En su discurso, no se percata, y si representan un punto de
inflexión, significa que es el torcimiento o comba de algo, que estaba recto o
plano. Y es como se deduce, que se sitúan ellos mismos, en los límites
exteriores de la lógica, en un lugar donde pierden la visión y el sentido del
lenguaje, y se mantienen con una óptica de indiferencia, expresándose sin
sentido, con unas especies de proposiciones definidas, que poseen cierta
tautología, y que no definen la libertad, la jurisprudencia y plantean con ignorancia la
filosofía tradicional como irreal.
Para su propio desconocimiento, respecto a los sesgos ideológicos,
diremos que dependiendo de cuál sea el código, tendrá sentido hablar de un modo
o de otro; porque el código no es una imposición, ni implica que un determinado
sentido sea obligatorio, recordemos que los códigos que definen una determinada
cultura se construyen, y estos códigos se establecen a través de reglas; las
obligaciones, en cambio, a través de normas. La norma y la regla son dos cosas
distintas, mientras la norma limita, la regla reconoce la posibilidad de que
existan irregularidades, donde la anomalía y la irregularidad no son lo mismo.
Algo puede ser irregular y no ser anómalo. Lo reglado no tiene porque ser
normativo.
Y también, se puede hablar de las apariencias, de esa realidad
sensible, donde no se persigue, y sólo se flexibiliza, la tenencia de armas,
siendo una realidad inefable, que no puede llegar por piedad, por el sacrificio
y por el amor, es decir por un espíritu Evangélico.
Este deseo violento e inconsiderado, de dar relieve a la propia
individualidad, encausan las mismas y monstruosas negaciones de Nietzsche, en su
evangelio del ateísmo, de la guerra, de la esclavitud y de la inhumanidad, envolviéndose
en ese espíritu de la demencia, donde osan calificar el misterio de la
crucifixión, como el dogma de la redención humana, donde combaten y pretenden
destruir no ya una civilización, sino toda civilización. Siendo un tristísimo fenómeno
de patología mental, propio de un archivo de psiquiatría.
SABER Y NO SABER
Cuando con ansia de saber medito,
mido con arrogancia,
como si fuese un sueño, la distancia
que media entre la nada y lo infinito.
Mas mi razón, cual todas limitada,
nunca ve claramente
eso que hay de común entre la mente,
lo infinito, los sueños y la nada.
Saber y no saber, todo es lo mismo,
porque el fin de la ciencia es el abismo.
Campoamor.
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