La raíz, sumisión de Conciencia
Según el Derecho Internacional Humanitario, los principios inspirados en
el trabajo de años del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR),
explícitamente recogidos en los Convenios de Ginebra de 1949, y que hasta la
fecha han sido suscritos por 196 estados, advierten que toda acción humanitaria, debe regirse por
cuatro principios fundamentales: humanidad,
neutralidad, imparcialidad e independencia.
Tendenciosas personalidades e intereses
económicos, de algunos estados que quieren enturbiar o también participar, representando
toda su propia grandeza, todo su deslumbrante esplendor, con la plenitud de su
esencia carnavalesca, obrando sin el pleno conocimiento de la libertad, y queriendo dar lugar a la sumisión en la exclusiva interpretación, de una
conciencia lógica, pretenden en su último grado, en que se manifiesta, levitar
y elevarse por encima de cualquier circunstancia y propugnar fuera de la propia
realidad, por un estado de conciencia moral, que sobrepasan los menesteres del
sufrimiento humano, el cual, todos estamos de acuerdo. que debiera ser atendido
dondequiera que se encuentre, y conforme su urgencia, con neutralidad sin
alborotos rítmicos o tendenciosos, con una imparcialidad inmutable, digna de
agradecer y una independencia que bajo ninguna forma pretenda una continuada coerción
imperativa.
Hemos de advertir, que se
producen y existen tres grados de conciencia, instintiva, lógica y moral. Y hay
una voluntad que los reúne a todos y es la conciencia psíquica o metafísica, y
esta no solo es excitada, por las influencias de un mundo sensible, o
estimulado por las palabras de sus semejantes, sino también es la voz
imperativa, donde el alma recibe la acción, de un principio con luz universal; donde
el convencimiento y la persuasión de estos tres grados de conciencia
constituyen la vida orgánica, la vida intelectual y la vida moral del ser
humano.
Luego la conciencia que rigen
las leyes del pensamiento, será el conocimiento adquirido de nosotros mismos,
por la reflexión, las formas y las distinciones, y los grados de ellos se
determinaran por las diferencias de nuestro estado subjetivo; y como este
estado depende de las relaciones y de la igualdad de derechos en la identidad y
equidad de las indistintas raíces en la naturaleza.
Los encantos de la virtud, hacen aborrecible el vicio.
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