La ley de mentira democrática
En el presente, aún la envidia política gobernante, alude a la ley de mentiras democráticas y continuamente
vive en un sin vivir, siendo más que presente que ya no define el interés de
la colectividad, tan sólo expresa lamentaciones y antagonismos originados por ese interés político
particular envejecido y trasnochado, anteponiéndolo al de la generalidad y así trascurre su inútil gobernanza, donde únicamente pretende estar
robustecida por la fuerza de inspirar respeto.
Deberían ser más conscientes
y percatarse que la inteligencia aspira incesantemente a la verdad, a la
voluntad, al bien y al respeto humano. Aunque nos cueste paciencia no entender porque parte del suelo de un aeropuerto no sea considerado territorio español.
La verdad, el bien y el
respeto, deberían prevalecer siempre, pues serán las únicas leyes de estas fuerzas conscientes que residen
dentro de nosotros mismos y a las cuáles obedecerán únicamente las próximas
generaciones de los seres humanamente sensibles y racionales.
La eterna verdad y el
bien absoluto se encuentran sólo en el respeto del conjunto de la sociedad
humana, no en la necedad, de ahí que la moralidad de nuestros actos consistirá únicamente en la
completa conformidad de no consentir la voluntad del insulto, la injusta discriminación y la humillación.
Siendo este el único
punto de partida de la moral y de la soberana humanidad, derivándose él como la
consecuencia de su principio.
Por eso las influencias
políticas del social-comunismo totalitario español, intentan ejercerse ahora como instrumento
necesario para la inapropiada educación del individuo y de las transigentes como olvidadizas
memorias de los pueblos, asentándolos nuevamente bajo la inquebrantable base de la
hipocresía y el imaginativo embuste del mando político.
Ahora con total y rebosante vanidad, los
prejuicios de incorrectas moralidades desean hacer obligatorias sus leyes, son como ajustes de cuentas ajenas pasadas, imponiéndose a destiempo y sin tino, al ser generacional que ha nacido intuitivo, inteligente y libre, sin darse cuenta, o bien sí, y que se resumirán en donde ya no solo se desprecia la propiedad privada, y donde sólo van a procurar generar más que violencia, capricho y despotismo.
Sera una ley injusta
que no atenderá las relaciones con los demás seres, tan solo busca la sumisión
sin equidad, encarnando al ser racional la obligación de obedecer al mas injusto de los humanos.
El ciudadano necesita
reconocer las excelencias de la justicia, sin que exista una fiscalía confiscatoria y
politizada, no desea otra corrupción de magnitud buscada como Venezuela, que no permite observar
las ventajas de vivir en sociedad, los sacrificios impuestos por ella, y la no
perturbación de los derechos de los demás y la seguridad de que los suyos no
serán violados.
Incluso podemos expresar que la reflexión de querer tirar una monumental obra o derribar una pieza escultórica, es muy sencilla de efectuar, es simplemente un pensamiento talibán, como ese virus sintético, una autentica chinada. ANALFABETOS ¡¡
Non est enim potestas
nisi á deo
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