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sábado, 5 de septiembre de 2020

El látigo del Imperio...Epic


El látigo del Imperio

Si resulta verdad que esta época se distingue por su carácter eminentemente especulador y utilitario; iniciar, mantener y polarizar la moda de la guerra civilista, es querer vivir del pasado y no apostar por el futuro.

Ahora no lo es menos que en el momento histórico en que la crisis se desarrolla y se extiende a la par, como la enfermedad contagiosa, que no ha surgido espontáneamente, sino que venía preparada.

Donde observamos que el elemento económico se acentúa cada vez más, pero pierde en calidad lo que gana en extensión, y ahora se halla en ese periodo álgido y crítico.

Así nos lo hacen suponer algunas de las manifestaciones externas, que no las llegan a recoger ni manifestar la inmensa mayoría de los periodistas nacionales.

Con cuyas observaciones podemos ir notando que solo son los frutos de una generación fundada principalmente en la anarquía de la seriedad y la postura del mejor servicio de faroleo.

Junto con los gobernantes, son como los nuevos fenicios de nuestra época, que desean nuevamente dominar el mundo, haciéndonos sentir el continuo engaño y tiranía de las leyes inmorales, postuladas y financiadas por todos esos miserables, con todo el mayor rigor.

Y así hacen millas,  explotando la inocencia del trabajador como un vasto mercado y en sus silencios reciclan en los países del otro lado del océano recogiendo el eco de sus doctrinas y formulando la exclusividad de sus costumbres.

Organizan el acomodo sin querer alternancia, con Presidencias “de Control del Tiempo”, dado que si se controla los tiempos, también se entiende el destiempo y lógicamente la ultra continuidad.

En nuestra época a la que ellos dan el tono, se han hecho inmensas fortunas con la astuta compra de sumos sanitarios, donde las claves innobles de la práctica pública empresaria  han sido las tres letras I.A.S.,  imponer una biología de fronteras abiertas, acentuar una guerra ideológica y sostener una guerra jurídica.

Ahora querer mantener el comercio con países salvajes que ignoran el valor de los pueblos civilizados, donde únicamente se da el aprecio a la vida,  a esos perfumes y aromas familiares, donde no se olvidará el sacrificio de millares de víctimas, la futura penuria de millares de trabajadores y obreros, todo por esa inconsecuencia natural, que ha producido terribles resultados.

Conviene tener presente que quizá en estos momentos está el mundo pagando las culpas de un extravío de las humanas aspiraciones, de un desvió de nuestra correcta actividad, y sean las consecuencias de los hechos punibles que llevan consigo el futuro correctivo y la correspondiente enmienda.

Ahora nos vamos convenciendo cuán equivocado y engañoso es el juicio de que se puede juzgar la historia para acomodar al pueblo a esta nueva excelencia mercantil, logrando cimentar una civilización vacunada a conveniencia.



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