La validez
del arte
En los
criterios constructivos seguidos de la descripción histórica en la monumentalidad, donde el arte se desarrolla desde una plataforma pública, nace y surge
a raíz del edicto de Tesalónica o de “Cunctos Populus” en el año 380, sesenta y
ocho años después de la conversión de Constantino y fue el emperador Teodosio
quien oficializo el cristianismo niceno como única religión licita en el
imperio romano.
Y es a
partir de este momento donde se originaría el último punto de encuentro entre
las iglesias de oriente y occidente afirmando estar de acuerdo con la iglesia y
reconocimiento que otorgaba Teodosio, pero con la particularidad específica que
no lo limitaban geográficamente a un territorio del imperio.
A partir de
esos hechos, aunque algunos historiadores lo prejuzgan como un salto atrás, en
realidad fue todo lo contrario, la dignidad que constataba el libre culto, hizo
desarrollar los dos grande grupos de forma competitiva, aunque las ramas eran
divergentes, una la oriental o bizantina y otra la occidental o latina, aunque
en el arte partieron de una sola raíz del arte romano, la savia del continente asiático
difería de la latina en las tendencias, los métodos y lógicamente en los
resultados.
Sin embargo el
predominio de una y otra características artísticas tuvo diferente apogeo en
conformidad a los siglos con desarrollos cronológicos diametralmente opuestos y
todo desemboco en un abismo por la ruina artística y política de Bizancio y en
la occidental por la invasión hierática de ideas racionalistas.
Los
procedimientos y las formas de las construcciones en Oriente se diferenciaban
de las latinas en la adopción de tres ábsides que distinguía las latinas de las
orientales.
Y durante el
siglo V al XI la construcción oriental bizantina tuvo un gran apogeo sin
embargo por circunstancias políticas su clasificación dentro del conocimiento artístico
sufre diferentes denominaciones.
Por ejemplo
en la construcción conocida como de estilo latino-bizantina, sería propia de
las obras efectuadas y coincidentes con los fenómenos de reconquista religiosa
en España, y sin embargo su carácter artístico se asumía de un carácter distintivo
de la más pobre imitación de la basílica latina.
No obstante
la influencia visigoda se traducía en una traducción tosca de la iglesia bizantina.
Y de esta manera se presentaba y existía una amalgama de detalles clásicos y
bizantinos junto con otros aportados por el arte bárbaro, como nudos, imitación
de collares y joyas, entrelazados,..
Cuando
anteriormente fueron consideradas como construcciones latino-bizantinas, para
enmarcarlas en un esquema occidental, se encontraba San Miguel de Linio, ahora
denominada de Lillo y Santa María del Naranco, tiempo atrás el único templo con
cúpulas de oficio ortodoxo y con iconostasis al estilo bizantino.
Siendo este
un desvelado secreto del último conflicto civil o periodo bélico, donde aquella
dimensión característica de la liturgia oriental en su carácter de invocación o
epicléctica fue trasformando el valor profundo, de los sentimientos con paz y
tolerancia, haciendo posible una visión de humildad y una repercusión
importante en la visión para atenuar y resolver el conflicto.
No obstante
con la llegada de la democracia y con otra forma de gobernar y de clasificar el
arte y los monumentos, ahora sin uso, con otro nuevo orgullo, se denominada según la arquitectura
del lenguaje y se la define como un monumento prerrománico de estilo ramirense.
Y es así como se refiere al denominado palacio de caza de los reyes de Asturias.
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