Neuronas
fantasmas
La tarea fundamental de la Constitución será tanto más digna de elogio
cuanto más cumplidamente se le reconozcan determinadas necesidades, y para ello
la totalidad de los que hacen llamar representantes del pueblo, deberían admirarla
para cultivar y adoptar las más sagradas virtudes que pueden establecerse como
deberes de la política y consisten en asegurar en todo momento tres
circunstancias:
Una primera donde se
establezca como pilar la libertad individual para el lógico desarrollo de las
aptitudes de la sociedad y de los propios individuos. La segunda causa consistiría en buscar el bienestar de la nación,
ejerciendo con justicia el poder y manteniendo equilibradamente el respeto de
las instituciones y la unidad de la autoridad pública con compromiso y
responsabilidad. Y como tercera
circunstancia a establecer, proporcionar a la sociedad en todo momento, los
medios que configuran la seguridad y el sereno progreso de la humanidad.
La democracia ha proclamado como principios más fundamentales la
igualdad natural de los derechos, pudiéndose deducirse la existencia en igualdad
de oportunidad política.
La voluntad de la mayoría cuando esta resulta originaria de un
equilibrado y congruente reparto de votos en la nación, sin tener en cuenta las
famosas cuotas territoriales, de autonomías primer orden y segunda velocidad,
donde imperan desafortunadas e ilegitimas cuotas de integración territorial y
son valores ilegales de apuestas sobre las aspiraciones de los entes que forman
los grupos políticos de poder.
Con ese usual comportamiento de la mayoría artificial sobre la
racionalidad del número, aunque se juzguen como roles más progresista, porque
ha bien reconocer y rectificar, sólo un gobierno de masas responderá y
corresponde a los elementos mejores, con la calidad y no la cantidad como
principio dominante de una nación.
Si ahora no producimos o no se procura la fijeza y estabilidad de los
sistemas básicos en la economía, procuramos la existencia de libertad y el
honor hacia las generaciones reales, aún vivas, aunque las miren encerrados en
residencias, sin estar dirigidas falsas intenciones a arcas ideológicas no
lógicas o periodos fantasmas.
Cuando flojea el respeto á la tradición, a las instituciones y á las antiguas
costumbres, en los ámbitos de la educación, o en aspectos de naturalidad social,
bien en los valores culturales por falta de ilustración y por último si no
existe el culto á las creencias, a las formas, con la dignidad y el brillo de
las manifestaciones exteriores, nos estaremos acercando a un sistema de
despotismo que resultará siempre incompleto.
Donde ese grupo de neuronas fantasmas, suelen ejercer medidas de
irracionalidad y sus resultados se asimilan como al igual que no te sirve
chapurrear otro idioma sino te sabes expresar bien en el tuyo, o bien como tampoco
te sirve representar una ideología siendo pinocho, si no sabes respetar tu
integridad.
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