El talento te procura felicidad.
Nuestros congéneres suelen
valorar más el tipo de personalidad, que podemos desarrollar frente a nuestro
nivel o coeficiente de inteligencia; En el sistema social, la interacción entre
las personas o bien entre las propias parejas, estiman en mayor medida la
seguridad y la autoestima que en un determinado momento seamos capaces de poder
ofrecer y proporcionar, que se combinaran junto con nuestra imaginación, sentido
del humor y emoción, ya que en definitiva todo este coctel resulta ser nuestro
talento.
Con lo cual, la felicidad suele
presentarse en compañía de nuestros aciertos, en la forma de entender y enfocar
los problemas que nos surgen día a día, si logramos conseguir entendernos a
nosotros mismos procuraremos actos inteligentes a diferentes medidas, que nos
otorgaran un determinado éxito personal en la resolución de los problemas y
conflictos, esta deseada felicidad se suele presentar de forma consciente o inconsciente
conforme al papel de responsabilidad que nos implique y sobre todo al que
deseemos asumir.
Sin embargo el fracaso surge
cuando se ha producido una determinada merma en nuestra propia autoestima, manifestándose
cierta apatía que nos procura carecer de motivación o fuerza de voluntad, siendo
estas las consecuencias inmediatas que lo acompañan; procurándonos seguidamente
de una actitud de no enfrentamiento, y contagiándonos de un prejuicio que nos
etiqueta y nos imposibilita a arriesgarnos, para emprender nuevos horizontes.
En definitiva en todas las
relaciones en las que se olvidan de los pequeños detalles, en las que se
anteponen egoístamente planes individuales o en las que se manifiestan
desconsideración por los demás, no dejan de ser relaciones extinguidas o en
vías de serlo.
El fracaso no significa que
me has abandonado; significa que debes tener una mejor idea para
mí.
(John Maxwell *
Actitud del Vencedor)
No hay comentarios:
Publicar un comentario