Dilo Bien
Cualquier tipo de solución racional a un conflicto, debe de
entender previamente la entidad moral del oponente, para ello es preciso
entender la estructura instintiva que caracteriza la moralidad ajena y propia,
y muy posiblemente estas circunstancias son lo que nos provocan a aceptar el
derecho del oponente a pensar distinto y al mismo tiempo a valorar la posible
diferencia que nos enriquece, conseguir esta comprensión es base para cualquier
convivencia.
En la actualidad el contexto tecnológico, en la globalización
de la comunicación plantea debates canónicos entre la privacidad y la seguridad
nacional en diferentes estados pero en este mundo inter-social e
interdependiente, la globalización está mostrando los niveles de desintegración
social y también un cierto carácter universal de desigualdad.
Y sin darnos cuenta caemos continuamente en la
minusvaloración de los criterios estéticos e intelectuales de las humanidades a
favor de una supuesta objetividad y/o justicia social. Ya no recordamos que el
contraste y la cuestión de la belleza era lo que nos hacía poner en contacto
con las zonas sombrías del mundo, y aún con los sueños será lo que nos definirá
con alguna independencia de una oscura e implacable virtualidad que nos
contagia haciendo a este mundo peligrosamente interdependiente.
“Lo que uno quiere de verdad, es lo
que está hecho para uno; entonces hay que tomarlo o intentar: En eso se te
puede ir la Vida, pero es una vida mucho mejor “
(Mario Benedetti).
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