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lunes, 10 de febrero de 2020

Apología de la antropología...Me quedo contigo


Apología de la antropología
La ilusión de Heidi

La apología, es en realidad, una defensa o justificación, aunque para algunos quiera significar, un único discurso de palabra, o bien manifestación por escrito, en defensa o alabanza, de alguien o de algo.

Contemporáneamente, dentro de una inquisición democrática, el buscado, y denominado delito de apología, aparece como censura, buscando tratar de obstaculizar la política, y filosóficamente la libertad, en acciones que alguna parte, en presente o pasado, considera de dudosa legalidad, o ilegales.

Normalmente, expresadas mediante el discurso, donde se distrae, a la población, como único objetivo, y si bien, también tratan de hacer comprender, que alguno de los principios éticos, en los que han perdido, pudieran ser propios en exclusividad, de los que se hacen gala.

Es intentar determinar, que ese tipo de elogio público, define un acto, que ha sido o quiere ser, declarado criminal, resultando estas circunstancias, las de silenciar, naciendo y siendo origen, de una antítesis, de la democracia.

Debemos admitir, siempre la evolución como hecho, y la selección natural como procedimiento, por lo tanto, esos fenómenos aludidos antes, resultan y son autenticas manipulaciones, del pensamiento y de la historia humana.

De esta forma, nos veremos obligados, a confesar, que la supervivencia, de los individuos mejores, no basta para explicar, los variadísimos fenómenos de los orígenes, porque la formación de los más aptos, no sirve para explicar los fenómenos, de deformación, de las actuales singulares y acomplejadas especies. 

Porque en antropología conocemos, que la naturaleza obedece, a leyes regulares e inmutables; el hombre dirige las fuerzas, opone a unas a otras, suprime las que juzga perjudiciales y activa las que cree útiles, a la acción que pretende ejercer, así es como intenta llegar querer crear variedades, donde aún, aparecerán pensamientos y especies nuevas, que puedan tener momentáneamente existencia. 

Pero nada autoriza, a suponer, que suceda lo mismo en la naturaleza misma.  

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